La Ley me obligaba a renovar el DNI pero yo no quería enfrentarme a la pesadilla de las colas. El primer día de vacaciones pasé por la comisaría y al ver la interminable fila me puse tan enfermo que lo dejé para el regreso. Y el mes lo pasé sin disfrutar pensando sólo en lo que me esperaba. Pero nada hay mejor para acabar con el miedo que enfrentar el peligro de una puta vez.
Yo pensaba que si era tanta la escasez de personal, que eso tiene fácil solución: basta con dictar una norma que extienda automáticamente la vigencia del carnet más allá de los cinco o de los diez años. Porque, en el fondo, ¿para qué renovarlo si nada ha cambiado? Si uno sigue con el mismo nombre, la misma fecha de nacimiento, los mismos padres y el mismo domicilio, ¿por qué obligan a hacerlo de nuevo? Esto lo pensaba antes de la foto. Al ver el resultado lo comprendí: en diez años uno se pone viejuno y ya es irreconocible. Hay que joderse con la mala leche que tiene el tiempo. No teníamos ninguna necesidad de esta cuarta dimensión, ni tampoco de la tercera. Si viviéramos en dos dimensiones no habría arrugas ni tiempo. Las hormigas deben de tener un DNI que les vale para toda la vida.
Al final tuve que chupar la cola como cualquier españolito. Dos horas bajo la inclemencia del sol abrasador de la sobremesa, parado en una estrecha acera y rodeado por toda clase de fauna humana (que me río yo de los pájaros muertos que aparecen en los balcones de los abogados). Pensé que llevando el iPod, escuchando mi música favorita, los minutos pasarían volando. Pero no fue así. La música reduce el tiempo si uno está fresco y cómodamente sentado, por ejemplo, viajando en un tren o en un fast ferry. Pero de pie y al peso del sol la música hace poco.
Durante la espera tuve mis meditaciones. Se me ocurrió que el Ministerio del Interior debería ofrecer a los ciudadanos amplios salones, cómodos sofás, quizás salas de cine para que la espera resulte tolerable. Luego me di cuenta de que con el gasto que supondría todo eso también se contrata más personal para que nadie tenga que esperar. Qué idiota.
Más tarde me vino el pensamiento de que lo peor era estar parado: porque a nadie le molesta estar dos horas paseando tranquilamente. Entonces me vino la idea de que lo mejor era que la Policía organizara, en lugar de una cola estática, una cola móvil. O sea, la gente dando vueltas en fila india alrededor de la manzana. Sería saludable y distraído. Claro que al producirse huecos entre una persona y otra se correría el riesgo de que alguien se colara. Y aquí fue donde eché de menos la pérdida del rabo en la evolución de los humanos. Si hubiésemos conservado los rabos que teníamos de cuando éramos monos podríamos hacer colas de colas, es decir, caminar alrededor de la manzana cada cual agarrando el rabo del que le precede.
Afortunadamente todo pasó, y ya tenía mi nuevo DNI electrónico para diez años más. Me hacía ilusión lo del microchip incorporado, pero pasaban los días y comprendí que poco lo iba a utilizar. Todavía falta mucho para que las transacciones electrónicas sean masivas. Intenté abrir una cuenta bancaria por Internet y los idiotas acabaron mandándome por correo postal el contrato para que lo firmara: ¿para qué entonces la firma electrónica o del DNI electrónico que incorporan a su web?
Sin embargo, miren por donde, resulta que al final para lo que me sirvió el nuevo DNI fue para ligar. Ocurrió en Alcampo. Siempre pago con tarjeta, y hay que identificase con el carnet. Cuando la cajera lo vio dijo: “Anda, si es el nuevo modelo”. Se quedó observándolo unos segundos y añadió: “Quedaste muy guapo en la foto”. ¿Guapo? Pensé yo: lo que quedé es viejuno como un zorro. Me puso ligeramente rojo y tomé el recibo. La cajera me había anotado su móvil en el ticket y su nombre: Nerea López. Jah.
La llamé al día siguiente y le dije que era el que había quedado guapo en el carnet, y que si quería quedar para el cine o algo. Aceptó encantada, pero me preguntó que si tenía DVD porque ella vendría a casa con una película. Y así fue. Le enseñé todas las habitaciones y por su propia iniciativa se acomodó en la cama y me pidió que viéramos la película en el dormitorio. La cabrona se lanzó sobre mí antes de que terminara la cinta y no me dejó ver el final. No se quedó a dormir, alegó que había dejado las niñas solas y ... Menuda mierda, pensé yo, por una tontería así puede uno acabar haciéndose famoso, como los McCann.
En resumen: que si alguno de ustedes está sufriendo por tener que renovar el DNI, que sepa que a la semana siguiente la probabilidad de ser follado por una cajera aumenta poderosamente. Si es usted mujer, las cosas no tienen por qué ser diferentes: si, como anuncian los periódicos esta semana, los humanos ya comían marisco hace 165.000 años, imaginen lo que hará una cajera de hipermercado en pleno siglo XXI.