25 noviembre 2007

Mujeres de culo en pompa




Una amiga mía, que siempre se había considerado “culona” (supongo que con orgullo), tuvo que hacerse un reconocimiento médico general. Se llevó una sorpresa cuando el traumatólogo, a la vista de la radiografía, le diagnosticó una lordosis, enfermedad que se caracteriza por una rotación anterior de la pelvis, que causa un aumento anómalo de la curvatura lumbar. La columna se incurva hacia delante y, como resultado, ¡oh, agradable sorpresa!, los glúteos se vuelven prominentes.

Los médicos la consideran una enfermedad, que puede ser de origen genético.

Los traumatólogos son así de cabrones. El de mi amiga, por ejemplo, en lugar de decirle que tenía un culo de lo más sexy, va y le espeta que padece una deformación, una anomalía, una enfermedad. Se ensañan con todo el mundo. Yo mismo he tenido la ocasión de sufrir la embestida de uno de estos House de pacotilla. Fui a un traumatólogo porque me dolía la espalda, me hizo una radiografía y no perdió tiempo en restregarme por la cara que mi coxis (o rabo) tiene ciertas deformidades congénitas. Mi hermana también salió bastante malparada de un traumatólogo, que le detectó una pierna más corta que otra: imaginen, uno paseándose por ahí con la cabeza alta (la de quien se sabe correcto y bien formado) y de repente pasa a engrosar las filas de los cojos o de los que tienen protuberancias extrañas en el rabo.

Deberían callarse estas chorradas. Ellos saben que esas anomalías las tiene casi todo el mundo, y que ni se notan ni tienen consecuencias apreciables para la salud.

No se si se habrán fijado pero hay una buena porción de mujeres con el culo en pompa, que son precisamente esas que padecen lordosis. En las africanas es norma. Por el contrario, jamás he visto una china que tenga un culo apreciable. Si voy a los restaurantes chinos es porque me gusta la comida, no por la esperanza de tropezarme con un bonito culo.

Y ojo. No se trata de tamaño, sino de prominencia. Una mujer muy delgada puede tener el culo en pompa y lucirlo con total solvencia. La de la foto puede ser un buen ejemplo de estas mujeres de culo llamativo. Si las miras por delante es como si pretendieran escamotearlo. Si las miras por detrás, es como si quisieran ofrecértelo. En algunas ocasiones da la impresión de que extienden el culo hacia atrás para que venga una mariposa y se pose justo ahí, en la comisura de las nalgas. ¡Jesús! Escribir estas cosas le pone a uno como una estufa. Qué desgracia.

Yo no calificaría la lordosis femenina como una enfermedad, sino como un rasgo evolutivo. En su origen, pudo ser una desviación, una anomalía genética causada por una mutación. Pero esa anomalía, sin duda, benefició a las hembras que la padecieron. La cosa pudo ocurrir así:

Podemos imaginar al hombre y a la mujer primitivos, en la noche de los tiempos. Eran poco más que animales peludos. El hombre se dedicaba a la cacería, y su visión era muy precaria. Reconocía las siluetas en la distancia, pero no los finos detalles. ¿Cómo tenían lugar los encuentros sexuales? El hombre andaba entre las zarzas, en busca de alguna alimaña que llevarse a la boca. De repente distingue a lo lejos la silueta de una mujer agachada, recolectando moras, el culo en pompa. Y claro, el macho se pone como una estufa ante ese cuadro, se le llena la boca de espuma, se dirige a la hembra, la aborda por detrás, la sujeta y la cubre. Treinta segundos y misión cumplida.

Es decir, con lo cegatos que eran los machos primitivos, el que las mujeres tuvieran un culo prominente ayudaba a ser localizadas y distinguidas como hembras. El culo indiferenciado sólo podía haber conducido a un resultado nefasto: a la cópula contra natura, macho contra macho.

Las mujeres lordóticas lograron una ventaja evolutiva. Los machos las reconocían con más facilidad y, por ende, las cubrían. Las mujeres de culo retraído a menudo se quedaban sin pillar cacho. Es por esto que, lo que en principio nació como una anomalía genética, terminó convirtiéndose en una ventaja evolutiva.

Hace unos días, en un documental, escuché que el erotismo femenino representa la gran potencia del universo. Dicho así, suena un poco machista. O tal vez ofensivo para el hombre: ¿Por qué el erotismo femenino es la gran potencia y no lo es el erotismo masculino? Pero lo entendí. Lo que quería decir esa afirmación es que… bueno, el macho posee la potencia fecundadora, pero para poder usarla necesita que su pasión sea encendida. Y ahí es donde entra en juego el erotismo femenino. Si la mujer, con sus recursos de seducción, no es capaz de encender la llama, el futuro de la humanidad corre peligro.

A mí no se me ocurre mejor mechero que un bonito culo en pompa y una espalda cóncava. Me imagino a esa mujer agachada, recolectando moras en un zarzal, y yo sudoroso, peludo, con mi lanza de cazador. La veo a lo lejos y la reconozco y pienso: “Ah, esta zorra quiere guerra”.

Así que ya lo saben: Bienaventuradas seáis, mujeres de culo en pompa, porque vuestros nietos y los hijos de vuestros nietos heredarán la Tierra (bueno, la Tierra excepto la parte de Asia, porque aunque las chinitas no tengan culo que valga la pena, los chinitos son tan afanosos y tan chingones que aceptarían hasta el agujero de una lata de Coca Cola como animal de compañía).

18 noviembre 2007

La e-squizofrenia de Ragebundo Pantriel



Cuando Ragebundo Pantriel contrató la conexión a Internet le ofrecieron hasta tres cuentas de correo. Él registró sólo dos, que le parecían suficientes: una para los correos ordinarios y otra para apuntarse a sitios sucios de Internet. Hizo una primera prueba para ver si funcionaba: de la cuenta ordinaria se envió un correo a la cuenta sucia. Pasaron los días y se extrañó de que no le llegara ninguna respuesta, ya que precisamente había pedido mensaje de confirmación.

Intrigado, decidió acceder a su cuenta de correo sucio para ver qué pasaba. En la bandeja encontró su mensaje, todo normal. Ah, bueno, se dijo, si llegó es que funciona. A ver si llega también la respuesta. Y se respondió del correo sucio al correo ordinario.

Se inició así una larga relación espistolar consigo mismo: bueno, es decir, una correspondencia entre la parte pudorosa de Ragebundo Pantriel y la parte libidonosa. Las cartas del Ragebundo sucio ruborizaban al comedido Pantriel.

Fueron varios años de intercambio de escritos. A veces se escribía y contestaba varias veces en un mismo día.

Hasta que llegó un momento en que deseó ir más allá. Decidió concertar una cita: quería conocerse en persona.

Eligió un lugar concurrido “por cualquier cosa que pudiera pasar”. Una cafetería, las cuatro de la tarde.

Llevaba esperando casi media hora y nadie aparecía. Joder, qué nervioso estaba. Pidió una Coca Cola para entretenerse, pero le molestaba el ruido ensordecedor de la gente que hacía fila para entrar al cine. Y calor, hacía calor.

Mientras esperaba y esperaba se fijó en un joven sentado en la barra. Éste le devolvía las miradas inquisidoras. "Será que sabe que estoy esperando a alguien a quien no conozco", pensó Pantriel."O peor: podría ser gay".

Cuando se acercó a la caja para pagar, el muchacho se apresuró también a sacar su cartera. Ragebundo echó un último vistazo a la sala, y echó a andar.

A los tres pasos se percató de que una mano le sujetaba la muñeca: "Vamos, se dijo a sí mismo: reconoce que eres marica".

Esa misma noche registró una segunda cuenta de correo para asuntos sucios.



PD: Este post pretende ser un homenaje al Sr. Mantel, que estos últimos días disfruta como un cerdo escribiéndose correos como si fuera otra persona y contestándolos puntualmente desde la otra cuenta. Si a ustedes les pasa, amiguitos, no se preocupen. Según la Conferencia Episcopal, esto no tendría importancia, como tampoco la tendrá la Ley del matrimonio gay. Al parecer, el auténtico peligro para la humanidad es el divorcio exprés. Según los curas, si usted pilló a su señora esposa en la trastienda tirándose a un negro monumental, no debe apresurarse a obtener el divorcio en el perentorio plazo de dos meses. Si se contiene y espera dos años, es casi seguro que la paz y el amor y el deseo regresarán a su corazón (bueno, mejor dicho, la paz y el amor a su corazón y el deseo a la entrepierna).


Es justicia.

11 noviembre 2007

La bendición de tener hijas feas



Anoche se celebró en Tenerife el concierto de los 40 Principales, con un nutrido cartel de artistas encabezados por Andrea Corr. Andrea Corr me gusta para tenerla metida dentro del iPod, pero no doy un duro por ir a verla en directo. Mi hermana, que tiene 55 años, me quería convencer para que fuéramos. “Los conciertos son para los jóvenes. Yo ya soy viejo”. Le dije.

Ella me replicó que no se consideraba vieja, y que iba a ir… Y así le fue. Un desastre. Trece mil personas embutidas en un recinto ferial encerrado. Calor y aglomeración. Mi hermana fue acompañada de unas amigas y una de ellas se desmayó. Tendría que haberme hecho caso, los conciertos no son para viejos.

Mi último concierto en vivo fue La Oreja, hace unos cuatro años. Y tuve la conciencia de que sería el último. Porque uno mira a su alrededor y se encuentra fuera de lugar. Ahora tengo 44 años, pero ya cuando tenía 27 me di cuenta de que mis días de concertista estaban contados. Era un mitin político, con dos actuaciones artísticas. Diango estaba arrasando, frente a su oponente, Marta Sánchez. Curiosamente el cantante viejorro logró meterse a los jóvenes en el bolsillo: tanta pasión e intensidad le ponía a su interpretación. La gente estaba en pie. Yo en las gradas. Miré para todos lados y me di cuenta de que yo era el único que vestía unos pantalones de algodón azul marino: los demás todos vaqueros desgastados. Ahí fue cuando sentí que ya era viejo para conciertos. Y eso que tenía solo 27 años.

Por eso le advertí a mi hermana que para dónde iba con 55 primaveras a las espaldas. Lo que me contó es que, efectivamente, aquello estaba lleno de adolescentes, que deambulaban de un lugar para otro. Y que se sorprendió porque nadie ponía asunto a los cantantes. Específicamente, las jovencitas se paseaban en medio del tumulto, exhibiéndose, contoneándose, luciendo lo que los antiguos llamaban palmito y que hoy identificamos como tetas y culo. En busca de machos. Bebiendo, emborrachándose, ligoteando. Nada de atención a la música. Qué desencanto, pensó ella.

Mi hermana tiene una amiga rusa, que lleva varios años aquí y tiene una hija ahora adolescente de 15 años. Dice que su amiga rusa está al borde de un ataque de nervios, casi histérica, porque la niña, que de pequeña no era cosa del otro mundo, se ha ido desarrollando y se ha puesto de buena que es para cagarse: para cagarse la madre, que ve cómo los machos no paran de acosarla y todos quieren dar buena cuenta de esas piernas largas de rusa, de esas prominentes nalgas de rusa, y de esos desquiciantes pechitos de rusa. Yo supongo que serán muchachos que habrán visto la película Dr. Zhivago.

Y precisamente la rusita estaba en el concierto, y mi hermana vio cómo los machos no paraban de acosarla, meterle mano a toda costa. Dice que por lo menos la niña parecía de momento defenderse bien del asedio, que no se dejó magrear. Pero, jah: ¿cuánto tiempo tardará la fortaleza sin rendirse?

Muchos padres suelen sentirse muy felices cuando les nace una niña. Toman al bebé en sus brazos y lo observan embriagados: “Eres una niña preciosa”, suelen decirle. Y la quieren con toda el alma “porque es preciosa”. A mí este comportamiento siempre me ha parecido escandaloso: ¿Es que si fuera fea no la querrían igual?

Pues nada. Visto lo visto está claro que tener hijas feas es una bendición. Y que la felicidad por el nacimiento de una niña “preciosa” no compensa ni de lejos el histerismo, la agonía que vivirán los padres cuando esa niña se haga adolescente y el enjambre de machos empiece a revolotear a su alrededor.

Así que ya lo saben. Si alguno de ustedes ha cometido actos impuros y a consecuencia de ellos le ha nacido una niña con orejitas de soplillo, ojitos estrábicos, y nariz de águila imperial, déjenla estar así. No merece la pena molestar a los cirujanos. Ustedes lograrán una existencia razonablemente feliz a lado de su hija solterona. Nadie les va a molestar. Alégrense.

04 noviembre 2007

Pellízcaselo como puedas




Hace un par de semanas se divulgaba la tesis de un científico que pronostica que dentro de varios miles de años la humanidad se habrá desdoblado en dos especies: una de personas altas, hermosas e inteligentes, y otra de individuos enanos, feos como la madre que los parió, y tontos del nabo. Esto pone enfermo a cualquiera. Ahora todos estresados pensando si nuestros descendientes van a estar al lado derecho o al izquierdo del cordero: o sea, follables o no follables.

Para afirmar esto el científico se basa en que las personas se comportan cada vez más selectivamente a la hora de elegir pareja. Es decir, una tía cachas ya no se conforma con un señor gordo y calvo pero con buena fortuna. Para ella, ¡qué menos que un yogurín de gimnasio para disfrutar mientras pueda! Estoy totalmente de acuerdo. Manejo suficiente información para sospechar que la teoría es correcta. Las mujeres hermosas de hoy en día lo que buscan, básicamente, es un hombre fuertote, con los abdominales bien marcados, y que sea amante de los perros. Les da igual que sea doctor en medicina: si tiene la barriguita blanda y detesta los canes, ese no se reproducirá con ellas.

Estuve comentando esto con unas amigas y ellas se apresuraron a negarlo. Que no que no, que a ellas no les gustan los “musculitos”. Pero esta negativa no hace más que confirmar mi tesis: porque ellas no son esa clase de mujeres rotundas. Está claro que nadie aspira a más de lo que puede ofrecer: y si no tienes un buen culo que poner sobre la mesa, ¿para qué andarse con tonterías?

No creo que haya que esperar tantos miles de años para que esta evolución tenga lugar. Ahora mismo se le está viendo el plumero a la humanidad. Esta semana se ha librado una curiosa batalla para encontrar los mejores culos del mundo. Sí, sí: se organizó un concurso para elegir el mejor culo del mundo, tanto masculino como femenino. La foto de arriba corresponde precisamente al mejor culo de mujer, y la agraciada fue una búlgara de 19 años. Por fin se ha llevado a la práctica el famoso chiste de Eugenio: “Señora enseña el búlgaro” (¡y qué búlgaro, oiga!). De todas formas para dar el premio al mejor culo tendrían que tomar en consideración los traseros de personas de más de 50 años. Porque a los 19 años es muy fácil tener las nalgas duras, señorita.

Y en las últimas horas, a juzgar por lo que he leído en la prensa digital, las noticias más destacadas son dos: que Angelina Jolie ha sido elegida el símbolo sexual más erótico de todos los tiempos, y que al Brad Pitt del museo de cera le han pellizcado el culo una horda de mujeres descontroladas, presas de la excitación. Al pobre muñeco han tenido que reconstruirle el culo con material más resistente a los pellizcotes y mordiscos.

Yo diría que estos dos tortolitos, Angelina y Brad, van a ser como los Adán y Eva de la subespecie de altos, hermosos e inteligentes del futuro (la inteligencia es una virtud que, como el valor, “se le supone”). Porque si desgastado y erosionado ha quedado el culito de cera de Brad Pitt por los pellizcos de las damas enloquecidas, imaginen cuando dentro de veinte años un hijo del actor más deseado y de la actriz más erótica de todos los tiempos, tenga su réplica en el museo de cera: a este tendrán que blindarle las témporas con titanio, y protegerle sus partes con acero de ley.

Bueno, voy a dejar de escribir porque me está doliendo el culo. Y no: ni tengo réplica de cera ni me lo pellizcan en carne. Me duele porque llevo demasiado tiempo en el ordenador. Eso es todo.

Si a usted le han pellizcado alguna vez en el rebumbio del metro o el autobús, le doy la enhorabuena.

01 noviembre 2007

Una muerte sanísima

La alimentación sana era la respuesta. Su padre había muerto prematuramente, justo el día de su cumpleaños, cincuenta y dos, la flor de la vida. Tenía el páncreas destrozado, musitó el médico como para quitarse la culpa de encima, y ella se imaginó los conservantes, estabilizantes, anabolizantes, todo lo que terminara en “ante”, sustancias-veneno que había creado la civilización. Su padre había sucumbido a los alimentos insanos, pero no le pasaría a ella, ni a su hijo.

A partir de entonces profesó la religión de los ortoréxicos. Al principio se demoró en los pasillos del supermercado, cada etiqueta era sometida a un severo análisis que ningún pote superaba finalmente. Pero algo había que comer, y aquello era una pérdida de tiempo. Sólo productos ecológicos, sólo el puesto aquél del mercadillo. Y lo cumplió a rajatabla. Durante veinte años alimentó a su familia, marido e hijo, con lo más natural. A veces las verduras no sabían a nada, y costaban cuatro veces más, pero se daba por compensada, puesto que lo que compraba era salud, vida, decía con una lágrima, no volverá a suceder , la muerte del padre le dio una enseñanza.

Cuando cumplió cincuenta y dos años lo celebró con un pastel de calabacín ecológico y una colorida ensalada de zanahoria con tomates enanos (los únicos naturales, pensaba). Y al dormir se sintió satisfecha porque su plan comenzaba a dar frutos: había superado la edad de su padre, envenenado por la civilización.

Al día siguiente se dirigió con su familia a una playa nudista que había no lejos de allí. Los tres en bicicleta, como debe ser, nada de humos. Iban silbando y apenas escucharon el silente motor de una Pick–Up tuneada que les adelantó sin precaverse. No fue necesario el contacto. Cayeron los tres zarandeados por el aire y se rompieron el cráneo en las piedras volcánicas, cuyo negro fue manchado por el gris del encéfalo. Hay que joderse, pensó Régula antes de abandonar su cuerpo tan puro, tan exento de sustancias, lo quería tanto, le había costado tan caro, que se le hacía cuesta arriba tener que abandonarlo.
Pero es la vida, le gritó un cabrón que pasó corriendo en una moto a velocidad hipersónica, las orejas temblando dentro del casco: llevaba la tripa a reventar de hamburguesas con vaca anabolizada, hormonaza, tomate estabilizado, coloreado, conservado. Y sin embargo ahí estaba, burlándose de la muerte con su cazadora de calavera…