28 agosto 2006

¿Alguien quiere hibridarse?




Lo de las razas puras lo inventó Mendel a mediados del siglo XIX, con el asunto de los guisantes famosos. A partir de entonces se inició una gran batalla en la que seres de distintos reinos y especies intentan hibridarse (para ver qué pasa) mientras unos cuantos locos han procurado con métodos diversos (incluido el exterminio) mantener la pureza de sangre o de savia.

El panorama actual es confuso, ya que Moral y Ciencia no se ponen de acuerdo. En el Reino Vegetal se considera ético y científicamente decoroso que se mantenga la puridad de las especies. Se manejan expresiones tales como “especies autóctonas”, “especies invasoras o exóticas” y se emplean estrategias abiertamente dirigidas a erradicar esos elementos extraños y a evitar que las especies o variedades puras y autóctonas se hibriden con otras de pelaje inferior o extranjero, lo que se consideraría un desastre ecológico.

Si nos trasladamos al Reino Animal, y más concretamente al Reino de los Humanos, el rasero que se aplica es distinto. Si alguien se atreve a hablar de “razas puras”, o se dedica los domingos por la tarde a exterminar a los “invasores”, sencillamente se le insulta o directamente se le arma una Guerra Mundial para impedir el desaguisado (y me parece bien). ¿No es esto contradictorio? ¿Por qué nos parece tan mal que se aplique a los humanos la política de segregación que sin embargo admitimos sin rubor para las especies vegetales o para animales como perros y caballos? Si el aislamiento de las razas puras es una ley natural, ¿por qué no vale también para los humanos?

Alguien podría pensar que la hibridación entre humanos no representa ningún riesgo. Pero eso no es del todo verdad, y lo podemos ilustrar con un ejemplo: Existen personas con dientes largos de caballo y personas con dientes diminutos de ratón. Son rasgos genéticos. Si una mujer caballuna se cruza con un varón de dientecillos de roedor el resultado puede ser catastrófico: es probable que la criatura fruto de la unión herede de la madre el gen de los dientes equinos, en tanto que la mandíbula la saque clavadita al padre. Los dientes grandes no tendrán espacio en la mandíbula pequeña, y se formará un amasijo retorcido que luego los ortodoncistas tendrán que ajustar con sudor y lágrimas. Es un problema habitual en nuestros días, y se debe a la hibridación.

Pero esto es sólo una anécdota. No voy a ser yo quien justifique las prácticas de segregación de las razas puras, ni la defensa de lo autóctono frente a los invasores. En absoluto, yo propugno la hibridación con todas sus consecuencias, porque es una ley natural, y todo lo que existe en la naturaleza es correcto. Me parece un delirio ridículo el afán por olisquear las mierdas que va dejando por ahí el último ejemplar de lince ibérico. Si le ha llegado el turno de extinguirse que se extinga. Se extinguió el cromañón y en buena hora. Y si la palmera cocotera del caribe quiere echarse un kiki con la palmera canaria y procrear un palmito de coco-dátiles, que Doraemon se lo bendiga.

Y por supuesto, que vengan los atléticos negros con sus grandes rabos y que se hibriden con nuestras mujeres de ojos azules, que mire usted qué criaturas más hermosas van a salir del invento. El racismo no es guay: este lema acompañó con gran éxito a José Luis Rodríguez (El Puma) hace un par de décadas. La canción se titulaba “Pavo real”:

A todo negro presente yo le voy aconsejar,
que combine los colores que la raza es natural.
Todo negro pelo recio con rubia se ha de casar,
Que un negro con una negra es como noche sin luna,
y un blanco con una blanca es como leche y espuma.

En algún programa del Dr. Jiménez del Oso, mucho tiempo atrás, se llegó a decir que la humanidad, dentro de miles de años y como resultado de la hibridación, sería de una raza uniforme, y que nuestro color de piel, ya unificado, sería un verde oliváceo. Mmm: ¿se imaginan qué elegancia?

De modo que todos a hibridarse cuanto puedan y con lo primero que pillen a mano. Da igual quien acabe perdiendo (si un lince ibérico se extingue, repito, que se extinga, ¿por qué perseguir sus cagarros y ponerle platitos con leche?), al final habrá ganado el proceso natural. Y la naturaleza nunca se equivoca. No respeten razas ni especies ni Reinos. Si usted es una mujer blanca hibrídese con un negrazo de rabo grande, que le gustará, seguro. Y si usted es un hombre de campo y una gallinita le pone chueco, aproveche la ocasión, que dicen que las aves son la mar de calientes. No piense nadie que la zoofilia es una perversión. Hace tiempo que se practica: si no, ¿cómo se explican tantos individuos que hay por ahí con aspecto humano pero con inteligencia de asno? La fitofilia tampoco resulta execrable, y ya es habitual que muchos contables compartan la ducha con su ficus preferido los fines de semana.

Lo que no veo practicable del todo es la hibridación con el Reino Mineral. Ya sé: a algunos hombres les encantaría tenerla como una piedra (y a las mujeres para qué decir), pero no creo que sea el camino: Es más fácil abrir un Spam y aceptar una buena oferta de Viagra.

24 agosto 2006

Nadie llorará por nosotros

Crispín lo había dejado bien claro: cuando me muera que me incineren y esparzan mis cenizas por un acantilado, junto al mar. No quiero una tumba para que vengan a llorar o a ponerme flores. En realidad le preocupaba el gasto de dinero: toda su vida había sido un tacaño.

A los pocos meses, sus hijos tuvieron que ocuparse del funeral, y cumplieron a rajatabla sus palabras. Era un hermoso y radiante día de primavera, y acompañados por los familiares más cercanos, Ragebundo y Pantriel se dieron cita en el promontorio de Roca Bermeja, a barlovento. Empuñaron el ánfora al unísono, y el emotivo acto concluyó con el vaciado. Abajo el mar latía furioso, embravecido, como si quisiera manifestar que en absoluto estaba de acuerdo con aquella muerte que, por otra parte, no debía de ser más que una muerte como otra cualquiera. Por desfortuna, un golpe de olas abatió a los desdichados Ragebundo y Pantriel, que se desplomaron sobre los peñascos y murieron en el acto.

La sorpresa de las viudas fue grande al leer el testamento. Según la cláusula que proveía los sufragios, Regebundo y Pantriel deseaban ser incinerados y que sus cenizas fueran restituidas al interior del cono volcánico de Arenas Negras: un lugar hermoso, lleno de silencio, donde deseaban descansar la larga etapa de la eternidad. Como las viudas se negasen, fueron las hijas de éstas, Pleura, Tiburcia, Betipú y Ana Margarita, las que, acompañadas por los deudos más íntimos, se encargaron de cumplir el deseo. La primavera acompañaba también a la montaña, cuyo negro contrastaba con el azul celeste. Las niñas tomaron las ánforas y esparcieron el polvo. Una nube gris enturbió el aire, y les provocó toses y convulsiones. Tanto así que resbalaron sin remedio las cuatro criaturas y cayeron rodando al interior del cráter, donde murieron golpeadas y abrasadas por las emanaciones de azufre.

Tan grave tragedia fue muy sentida en el pueblo. Los parientes que sobrevivieron dijeron que esto era castigo de Dios, que los cuerpos de los finados clamaban por la tierra fresca, que los gusanos devorasen los templos del alma, y así se organizó un funeral como manda la Santa Madre Iglesia. Las cuatro tumbas fueron rellenadas con los jóvenes cuerpecitos de Pleura, Tiburcia, Betipú y Ana Margarita, y los enterradores comenzaron a remover la arcilla para darles cristiana sepultura. Tan emotivo fue el momento, que los asistentes experimentaron como un temblor en sus cuerpos. En realidad se trataba de una enorme falla que se abrió en el suelo, fracturando las vidas de los asistentes, que era el pueblo casi al completo.

Como no había cementerio disponible, tuvieron que incinerar y rápido a toda la marabunta de personajes cuyos nombres, con ser raros, omitiremos por no recargar el relato. Las cenizas se dispusieron esta vez no en ánforas, sino en bolsas de plástico con cordeles que se ataron a los perros lebreles (a cada uno el de su dueño) para que las llevaran a dispersar a los barrancos y acantilados. Desde aquel día, el pueblo nunca más tuvo perros.

COMENTARIO: Esta historia es una dramatización basada en hechos reales ocurridos en Gran Canaria en marzo de 2005 (LEER NOTICIA). Para evitar estas tragedias, las leyes deberían prohibir que las cenizas de los muertos se entreguen a los familiares. Después de todo, ninguna persona puede adueñarse del cuerpo de otra, o de sus restos. Es un residuo contaminante, y debería hacerse cargo un gestor autorizado o destinarse al reciclado. En mi opinión, las cenizas funerarias son un material que podría aprovecharse para fabricar tóner negro para impresoras. De esta forma podríamos beneficiarnos de una inmortalidad inesperada. Unos querrían encarnarse en memorando (para ser recordados), otros (los más avaros) gozarían imprimiéndose en una factura; tal vez los contables elegirían una bonita cuenta de pérdidas y ganancias. A mí me gustaría encarnarme en sentencia judicial: ¿Qué tal en una bonita condena de 30 años a la sombra para el hortera de Julián Muñoz?

20 agosto 2006

Deseos idiotas de los niños


Cada día me avergüenzo más del género masculino. Nos estamos durmiendo en los laures y las mujeres nos ganan en todos los ámbitos. Ya no es sólo en la Universidad o en el trabajo, donde ellas demuestran que son más listas y más competentes. La supremacía se está extendiendo a terrenos que en el pasado se consideraron templos sagrados masculinos. Me refiero a la cama, donde hasta no hace mucho a los hombres correspondía el honor de estar siempre por encima. Ahora está de moda que sea la mujer quien cabalga, mientras el macho sufre sus acometidas y aplastamientos en la más servil de las posturas.

La cosa pinta mal, y aquí nadie reacciona. Ayer publicaban una encuesta donde se preguntaba a los niños qué querían ser de mayores. La profesión más deseada por las niñas era la de médico, mientras los varones se decantaban por ser futbolistas. ¡Qué vergüenza! Lo de la única neurona masculina tiene visos de no ser un embuste feminista. La noticia la daban en el telediario, y casi a continuación enlazaron con los deportes. El comentarista criticó el mal juego del Real Madrid en el Torneo Ramón de Carranza, y concluyó: “En definitiva, muchas cosas que mejorar, entre ellas la gramática…” y se quedó esperando hasta que pincharon una entrevista a Sergio Ramos, ese joven jugador blanco con nariz de urogallo, cuyas palabras fueron: “Es una pena que HAYÁSEMOS llegado a los penaltis, porque podríamos haber RESOLVIDO el partido antes”.

A esto me refiero. Qué vergüenza. Menudo ejemplo para los niños. Este es el gran sueño masculino: dejar la escuela a los 16 años sin haber aprendido a conjugar los verbos, pasar de la universidad y dedicarse a dar patadas a una pelota en un prado de yerba (que son los lugares también preferidos por las vacas). ¿Y luego qué? ¿Fichar por un equipo de los grandes, hincharse a ganar millones, follar como leones con las modelos más hermosas del orbe terrestre y que toda España se ría de ti por construir mal los participios? Argg. Tenemos que advertir a nuestros pequeños varones de que ese no es un buen futuro.

Las niñas están demostrando ser muchísimo más inteligentes. Se preparan duramente en la Universidad, estudian como cabronas mientras los machos dan patadas al cuero inflado en el prado de vacas. Y se convierten en unos cocos increíbles, unas doctoras muy resabidas capaces de curar las mayores pandemias, y también de propinar unos bastonazos dialécticos a quien se le atraviese por delante. Yo estoy muy orgulloso de estas mujeres inteligentes y triunfadoras, uno de cuyos ejemplos más sobresalientes lo tenemos justo entre nosotros, en la blogosfera. Me refiero a LA DOCTORA HOUSE.Si esta doctora cura con la solvencia que demuestra en sus post, yo me dejo abrir el pecho y que me coja el corazón con sus manos.

La Doctora House sí que es un buen modelo, y no el oligofrénico gramatical de Sergio Ramos. ¿Pero qué le ven los niños a los futbolistas? ¿Por qué quieren ser como ellos? Repito: Lo único que hacen es ganar burradas de millones sin dar un palo al agua, correr juergas nocturnas y follarse a las modelos más buenorras por docenas. ¿Por qué los niños prefieren eso a ser un médico especialista en aparato digestivo, o un experto en malformaciones genitales?

De verdad, estoy tan decepcionado que casi me dan ganas de cruzarme a la otra acera. Me imagino a las admiradas mujeres una noche de guardia, ejerciendo de doctorcitas, al pie del cañón, guardias de 24 horas, servicios de urgencias, hum. Qué orgullo…


Y sin embargo, miren ustedes, el tonto más tonto: el Ronaldo, ese. La de millones que debe de tener en el banco y apenas sin jugar, porque casi siempre está lesionado. Qué rabia. Qué rabia y qué vergüenza. Y las modelos esas con las que se harta de follar. Tenía una que era muy linda (la Ronaldiña) y la dejó porque estaba cansado. Ahora anda con una tal Raica Oliveira, ya la ven en la foto. Pueden mirarla todos ustedes, machos de la especie, niños y adultos, para que comprendan cuán mala es la profesión de futbolista, qué grande error. Ganar tantos millones y follar con mujercitas como esa, perder el tiempo así en lugar de ser inteligentes médicos y hacer guardias y….

Cuanto más observo a Raica Oliveira, más rabia me da: Niños idiotas.

NOTICIAS DE LA BLOGOSFERA: Aburrida2000 acaba de inaugurar al fin el espacio que había adquirido hace unas semanas y se ha estrenado como blogger. He leído detenidamente lo que ha escrito y, para ser sincero, me parece una AUTÉNTICA CAGADA: ¿Existen los silenciadores de culos? Si creía que lo había visto todo en blogs, espere a leer la cochinada que le tiene preparada Aburrida 2000… Al Soltero de Oro se le va a multiplicar el trabajo.

17 agosto 2006

Bochornos de farmacia de guardia


Siempre he pensado que las farmacias deberían organizar las ventas de alguna manera que preserve la intimidad del cliente. Los datos sobre la salud de las personas están protegidos por la ley, y sin embargo nos obligan a comprar medicinas a grito pelado, como si pidiéramos congrio en una pescadería. Podrían ser como las iglesias, con cabinitas reservadas a modo de confesonarios. Dentro estarían el farmacéutico o sus mancebos, no tendríamos que verles la cara, ni ellos a nosotros. Pediríamos nuestro artículo sin necesidad de ruborizarnos, y en voz baja. Nadie se enteraría. Luego a pagar la penitencia en caja y ¡hala!, a curarse.

Ayer sentí vergüenza en una farmacia. Me busqué el lío por tontaina, por jugar a periodista que investiga. Tenía que comprar Artrotec, un antiinflamatorio para combatir mis lumbalgias. Estoy al tanto de que sólo se dispensa con receta médica, y la llevaba en el bolsillo. Pero me pregunté si en la farmacia estarían aplicando a rajatabla la norma o si se hacían los locos para vender sin mirar a quién. La manceba me preguntó qué deseaba y le dije Artrotec usando un tono de confidencia. La muchacha no rechistó y se fue a la rebotica a buscar. Jah, me dije, estos tragan. Pero enseguida llamó al jefe, y se pusieron a cuchichear: ostensiblemente sobre mí. Ah, bastardos, creyéndome un yonqui, que se pone hasta el culo de Artrotec para pasárselo bien. Ignoro si uno puede pasárselo bien con este medicamento: yo cuando me lo tomo ya parto de una situación bastante jodida, de modo que cualquier mejora puede interpretarse como un viaje al paraíso. Al final la manceba me preguntó si el médico me lo había mandado, y yo no dije nada, sino que le entregué la receta y me puse colorín colorado este cuento se ha acabado.

Las farmacias no son lugares para los tímidos. Uno está expuesto a todo tipo de humillaciones. En una ocasión a una hermana, que tenía desarreglos propios de la mujer, el ginecólogo le recetó hormonas. Y me mandaron a mí a buscarlas a la farmacia, papelita en mano. La entregué al farmacéutico y éste me miró con sorna y cierta complicidad. Yo intentaba disimular la turbación, pero era difícil. Ese medicamento es el que se toman los transexuales para que les salgan pechos y se les quite el vello corporal. Seguro que el farmacéutico intentaba imaginarme con los labios pintados, una cabellera rubia y dos pares de hermosas tetas. ¡Qué bochorno!

Unos años más tarde, otra hermana dio a luz y el niño no quería saber nada del pecho. Nuevamente fui enviado a la farmacia, pero esta vez sin receta, a explicarle al farmacéutico que quería un “saca leches”, “ordeñador”, o “pezonero”. Todas estas denominaciones me las ofreció mi hermana, y a mí no me gustaba un pelo ninguna. No recuerdo de qué forma me expresé. Supongo que incandescente como una amapola logré de alguna forma hacerme entender y conseguí el dichoso aparato para que mi hermana se ordeñara la leche que el niño no quería (el muy cabrón, tan pequeño y puteando a su tío).

Pero sin duda la mayoría de ustedes, folladores compulsivos, hombres o mujeres (que el follar es democrático) tendrán algún episodio humillante que contar relacionado con la compra de condones en una farmacia. Yo tengo una anécdota bastante escandalosa, pero de hace por lo menos diez años. Durex acababa de sacar al mercado una novedad: su modelo “confort”, un condón más largo y más ancho, porque verdaderamente la talla única era una injusticia para los mejor dotados. ¿Cómo demonios sobrevivimos tantos años con la talla única de condón cuando, tratándose de zapatos, unos calzábamos un 40 y otros un 45? Durex abrió la brecha (nunca mejor dicho) y hoy en día todas las marcas ofrecen tallas para sementales de todos los tamaños: las más grandes, por lo que he visto, pueden valer para un elefante mediano.

Pues bien, yo estaba en la farmacia, comprando aspirinas y otras minucias, cuando vi el gran cartel anunciador del Durex Confort. Me atendía una chica joven bastante simpática. Me encontraba de buen humor y le pregunté, señalando el cartel:

–Oiga, ¿este producto da resultado de verdad?

–Claro –me respondió ella con desenvoltura–, se está vendiendo como rosquillas... Pero si quiere puede pasar a la trastienda para que pruebe uno y vea cómo sienta.

Yo no sabía qué contestarle. Su propuesta había sido tan natural que no encontraba razón para negarme. Y de todas maneras ya estábamos los dos en el interior de aquel lúgubre cuartucho, de pesado aroma a medicina y repleto de estanterías. La dependienta me había puesto sobre la mano –libre de su envoltorio– uno de los novedosos condones. Parecía que era mi turno para poner a prueba el invento, pero la muchacha permanecía a mi lado, con pocas intenciones de largarse. Desesperado, le dije:

–Oiga, ¿pero usted no se va?

Ella, que por lo visto estaba dispuesta a vender a cualquier precio, me contestó con descaro:

–Pero tontito: ¡¿entonces cómo vas a probarlo?!

12 agosto 2006

Desnuda tu alma, desnuda tu nalga


“Prefiero apretar el culo en pilates antes que sentarme más horas delante del ordenador. Además, ¿qué coño iba yo a contar?, ¿y quien estaría interesado en leerlo? Si lo único interesante que he visto estos días es cómo una del gimnasio se sacaba del culo la goma del tanga”.

Con esta interesante reflexión inaugura su Anti-Blog EL SOLTERO DE ORO . Se trata de un personaje curioso. A mí me ha estado incordiando la última semana con mensajes no registrados que he borrado. Ahora se estrena como blogger: a saber con qué propósito. Yo no lo calificaría de troll, porque ni insulta ni es mal educado. Parece que no tiene interés en molestar, pero le irrita que los blogueros nos dediquemos al bombo recíproco. Tanto halago le repugna. Y afirma que nunca tendrá un blog. Ja. Pues no sé que decir. Yo lo veo debatiéndose entre ser troll o postear, y ha optado por el camino intermedio del Anti-Blog: ¿qué es esto?

Se equivoca al afirmar que a nadie le interesaría ese suceso del gimnasio: una chica sacándose del culo la goma del tanga. ¡Eso es posteable! Sí señor. La misión de los blogueros es desnudar su alma o desnudar su nalga, y ambos requisitos los cumple este relato. Es la historia de la vida insulsa y la calentura: constantes universales del paraíso existencial. El Soltero de Oro dice que nunca tendrá un blog, pero de hecho ya se ha estrenado. Aún es pronto para conocer la reacción de la blogosfera, pero ya me imagino la que habrá montada el lunes en la bandeja de comentarios de este Anti-Blog:

MANTEL: Yo voy a hacerme una de tornillo rosca chapa.
FALINDA: No me gusta que escribas tanto culo.
AKSARAY: Tú debes ser un canarión de guayabera y gorra de paja.
LOLA: Yo uso tanga y contenta como una lechuga.
RUFUS: Seguro que eso lo escribió con el pajarito suizo en las manos.
DAMMY: Yo me suicido a diario viendo gomas de tanga en el gimnasio.
MISS: Sigo en el boliche, visiten mi blog.
ENIGMALA: Con eso del tanga muchos escribirían un libro.
VESPINOZA: Se va usted a convertir en el puto amo del gimnasio.
CARA DE CUERO: Qué banales y superficiales todos, ¿no?
RICARDO: Alguien debería hacer una encuesta sobre el uso del tanga.
ORNITORRINCO: Se comentará en el próximo Blog & Gofio.

Será un exitazo, y el Soltero de Oro nos eclipsará a todos. Con una simple goma de tanga saliéndose de un culo se ganará el aplauso de la blogosfera. Lleva un día con el perfil abierto y ya tiene 20 visitas. Jah: yo tardé un mes en llegar a 16.

El asunto del gimnasio y el tanga es un temazo. ¿Qué opino yo? Pues que no se debería hacer ejercicio con tanga. Leí en una página de Salud y Deporte que es peligroso. Al parecer, con las flexiones del cuerpo, las piernas arriba y abajo, las nalgas que se aprietan y se aflojan, la goma del tanga se comporta como una sierra de cortar metales, y al final acaba por cercenar la rajita, que se va reduciendo y reduciendo hasta que llega un día en que las nalgas corren peligro de desprenderse: sí señor, como dos melocotones maduros.

Lo sano para el cuerpo es hacer deporte con bragas especiales, que las hay. El otro día estuve en Carrefour y vi unas la mar de bonitas. Eran de color blanco, un tejido supersuave, que según ponía la etiqueta tiene la propiedad de absorber el sudor y mantenerlo alejado de la piel. No pude evitar llevármelas a la cara para palpar el algodón mullido. Una señora me miraba con repudio y me llamó la atención. Oiga, tenga un poco de respeto, usted es un guarro. Pero señora… Que sí, que le conozco, que usted es el que escribe cochinadas en Internet. Señora, pero si yo sólo desnudo mi alma. Que no, que es usted un degenerado, un degenerado, ¿se entera? Pues vale, lo soy: soy un guarrón de los buenos. Ah, pues en ese caso invíteme a cenar, que esta noche estoy libre…

No acabamos follando de milagro. Bueno, porque cuando me veo en esas situaciones me pongo a toser, me quejo de que la extrusión discal se me movió y que me duele muchísimo la espalda. Así me libero del compromiso. Nadie debe follar por educación, y menos con una señora que se encontró en la sección de bragas del Carrefour.

Por ahí corre el rumor de que van a suprimir los gimnasios mixtos. Al parecer, las féminas protestan porque los machos se apuntan en plan buitre: no pretenden hacer ejercicio, se colocan por detrás de las mujeres y les miran los culos con tanga, ya sea de forma directa o en los espejos. Reconozcámoslo: asistir al espectáculo de las nalgas contorsionándose es como para ponerte en plan estufa. Muchos curas están hartos de escuchar siempre la misma confesión: A ver, hijo mío, qué pecados tienes. Hum… esta semana, en el gimnasio… ¿Pero de obra o de pensamiento? Padre: de pensamiento en el gimnasio, para la obra ya quedamos luego en mi departamento.

Esta semana recomiendo la lectura del post de AKSARAY sobre “El gato al agua”, una visión inquisitiva de un programa televisivo con parafernalia friki pero de mucha sustancia. No se pierdan los comentarios donde, en un ejercicio de nudismo del alma arremete contra propios y extraños: “Me aburren los blogs de poetas llorones y los intelectuales de fina ironía” (ella prefiere que la tengan gorda… la ironía, se entiende). Una bloguera guay, y lo digo sin temor a las represalias de El Soltero de Oro.

09 agosto 2006

La ciudad y los perros


Vivo en una ciudad universitaria (para más INRI declarada Patrimonio de la Humanidad), y sin embargo al pasear por la calle quienes lo tienen fácil son los perros y los borrachos. La cultura no puede abrirse camino.

Uno se imagina una ciudad universitaria como un reducto de silencio y concentración, con librerías y bibliotecas. Residencias de estudiantes por todas las esquinas, y jóvenes cargados de libros… La realidad resulta un poco más grotesca. Los bajos de los edificios están ocupados por discotecas y bares de copas. Los estudiantes duermen la mona por el día y cuando llega la noche se arrastran a los antros de vicio donde se ponen hasta el culo de ron. Luego salen al exterior a vomitar en los parterres. Esta escena se repite hasta que obtienen el doctorado. Ahí ya se vuelven más formalitos y no vomitan en las calles, sino que aguantan hasta llegar a casa.

Ayer cometí un acto de rebeldía. Fui caminando hasta el centro y compré una decena de libros para leer en vacaciones. Aclaro: diez libros de literatura auténtica, nada de Códigos ni Pilares de la Tierra, y nada de Sección de Libros de Carrefour: Librería Universidad, fondo verde y letras blancas, estampado en la bolsa.

Me henchí de orgullo intelectual, paseando desafiante por la calle con unos cuantos kilos de cultura en la bolsa. La sensación duró apenas unos minutos. Enseguida me encontré retenido por un joven que llevaba amarrados a dos perros parecidos a bolas de carne. Los perrazos remaban a duras penas con sus cortas patuñas, y el adolescente los arrastraba como podía. Dos niñas acompañaban al chico y hablaban con él. Se les caía la baba: a las niñas. Pensé que serían las sobrinitas o hermanas… Me resigné a ir despacio, ya que la acera no tenía anchura para adelantar a toda esa comitiva.

Al llegar a la esquina las niñas se separaron del muchacho, pero aguardaron un buen rato viéndolo alejarse. De nuevo se les caía la baba. De esto deduje que no eran ni sobrinitas ni hermanas. Eran unas perfectas desconocidas que se quedaron embobadas con los perros y entablaron conversación con el dueño (yo a mis hijas, si las tuviera, les prohibiría hablar con perros y con desconocidos). Me sorprendió mucho que bastaran dos perros gordos para encandilar a las criaturas de aquella manera. No deja de ser un buen truco para ligar. ¿Por qué las mujeres se pirran tanto por unos animales que les dejan el cuerpo lleno de babas y les meten el rabo por todas partes?

Me pregunto si La Laguna no se habrá convertido con el tiempo en una ciudad y los perros. Lo que no puede ser es una ciudad universitaria. No con tanto borracho. Y está claro que no hay espacio para la cultura. Sin la bolsa de los libros yo hubiese podido adelantar a los perros, sin duda.


PS: Este post es un mero tentempié. Si usted se quedó insatisfecho por la insustancia, debe acudir al territorio de EDMUNDO MANTEL. Allí se enterará de las prácticas sexuales extrañísimas que algunas revistas aconsejan a las mujeres. No intente hacerlo en casa: es peligroso. Las urgencias de los hospitales están repletas de tornillos rosca chapa…

05 agosto 2006

Julia Roberts me abrazó en la playa de La Tejita



Llevábamos muchos años observando desde la distancia el desembarco de los africanos en nuestras costas. Habíamos aprendido a mirar para otro lado, a aburrirnos del tema, a sentir temor por nuestro bienestar económico. En Canarias sentíamos el alivio de que la mayoría arribaban a las costas andaluzas: lo nuestro era testimonial, alguna patera aquí y allá.

Y de repente cambiaron las tornas. Canarias se convirtió en el puerto utópico del paraíso europeo, y la nueva denominación de las pobres embarcaciones gustó a todos: CAYUCOS. Las pateras quedaron en el olvido y a periodistas y políticos se les endulzó el paladar pronunciando a diestro y siniestro el vocablo. Cayucos: una palabra demasiado hermosa para dar nombre a la tragedia.

Ahora los africanos llegan por centenas y todo se desborda: los centros de acogida, los servicios médicos, el miedo… Los noticieros están encantados con la nueva situación. Canarias sale en los telediarios y periódicos nacionales, y los medios locales se saturan de reportajes repetitivos. Estamos en el punto de mira, y los nacionalistas ven la oportunidad de extraer rédito político: lloran ante Madrid, se quejan de olvido, de escasez de recursos. Se trata de que los canarios lleguemos a pensar que el gobierno central no vela por el bienestar de las islas, y que van a permitir la invasión: un peligro del que sólo puede salvarnos la auténtica voz del pueblo canario (¿los nacionalistas?). Todo esto suena mucho a las estrategias del miedo que Bush aplica sin rubor a sus bóvidos ciudadanos.

El sentimiento de invasión va calando. El temor a que todo se desmorone, a que las calles se vean atestadas de africanos, a perder la bonanza económica, a que los servicios sanitarios se colapsen con los inmigrantes mientras los canarios sufren largas listas de espera. Parece que el plan del miedo funciona bien: ¿nos dará esto la victoria en las próximas elecciones?

Pero ocurrió un milagro. Tras años de aburrimiento informativo y de xenofobia latente, estos días nos hemos despertado con unas imágenes que deben de haberles producido urticaria a algunos políticos maquiavélicos. Unos cayucos desembarcaron en la playa de La Tejita, en Tenerife, y los bañistas se volcaron con los africanos desfallecidos igual que madres amorosas. Los tomaron en brazos, los arroparon y les dieron de comer y beber: como si fuera una parábola. Los políticos habían sembrado el miedo y la desconfianza, y el pueblo respondió con una caridad infinita. Esos abrazos amorosos, esas manos tiernas que no temieron al contagio, han demostrado que la humanidad en su conjunto no aspira a otra cosa que a la fusión, y que cuantos más obstáculos nos pongan los irresponsables políticos, más alto saltaremos.

La foto de cabecera es una muestra de las muchas que ha publicado la prensa (la tomé prestada de El Mundo). La chica parece salida de una película de Hollywood. El joven negro que protege guardará siempre en su memoria este pensamiento: “Julia Roberts me abrazó en la playa de La Tejita”. La mirada de la chica es hermosa y cristalina: no tiene miedo a contagiarse, a diferencia del personal sanitario y policial que realiza los desembarcos habituales, que siempre van con mascarillas y guantes. No es una modelo pagada. Es una ciudadana normal, canaria, o peninsular, o europea: no lo sé, da igual. Y es sólo un ejemplo, porque hubo decenas de personas que se volcaron a la tarea humanitaria y pusieron a disposición de los náufragos todo aquello de lo que disponían (alimentos, agua, abrigo), más sus manos y el hueco enorme de sus corazones.

Yo creo que la xenofobia es el resultado de la manipulación emocional del cine americano. Conozco personas que se desviven por los animales, que se presentan como voluntarios para pasear a perros sin dueño, y que sin embargo sienten repugnancia ante la propuesta de hacer compañía a personas ancianas. ¿Por qué? Mi tesis es que el cóctel emocional que nos ofrece la gran pantalla está compuesto por una serie de muñequitos simpáticos de ojos dulzones que nos inspiran ternura y todo el amor del mundo (Gremlins, ET, etc.), y animales igualmente amorosos de todas las especies, mientras que los personajes humanos en su mayoría son violentos, sanguinarios, rudos y groseros. ¿Cómo no íbamos a detestar a nuestros hermanos humanos y a refugiarnos en el cariño por los animales?

El milagro de La Tejita marcará el punto de inflexión. Las imágenes han impactado en nuestros cerebros emocionales y, de la misma forma que hace unas décadas sentimos amor por los Gremlins o por ET, ahora nos volcaremos con los africanos. Cuando nos crucemos con ellos por las calles (porque es inevitable que estén con nosotros) no vamos a mirarlos con repudio ni con miedo. Al contrario: recordaremos la gente alimentando a los náufragos desfallecidos en la playa de La Tejita y se nos rayarán los ojos.

Esta tarde me pasó a mí. Salí a caminar por La Laguna (porque lo necesito para mi dolencia lumbar) y de regreso me topé en una esquina con un negro que, la verdad, medía por lo menos dos metros. Sentí deseos de ayudarle y me acerqué. Siempre llevo una bolsa con alguna fruta por si me da sed. Le puse la mano en el hombro y le pregunté: “¿Quieres comer esta manzana? Está fresquita”. “Oye, hermano –me replicó él-, conmigo no te equivoques”, y me apartó. Allí estaba su coche, un lustroso Mercedes SLK. Menudo patinazo, pensé: este debe de ser uno de esos jugadores millonarios del Unelco Tenerife Baloncesto. ¡Cachis! ¿Y ahora quién se va a comer mi manzana de la solidaridad?