09 agosto 2006

La ciudad y los perros


Vivo en una ciudad universitaria (para más INRI declarada Patrimonio de la Humanidad), y sin embargo al pasear por la calle quienes lo tienen fácil son los perros y los borrachos. La cultura no puede abrirse camino.

Uno se imagina una ciudad universitaria como un reducto de silencio y concentración, con librerías y bibliotecas. Residencias de estudiantes por todas las esquinas, y jóvenes cargados de libros… La realidad resulta un poco más grotesca. Los bajos de los edificios están ocupados por discotecas y bares de copas. Los estudiantes duermen la mona por el día y cuando llega la noche se arrastran a los antros de vicio donde se ponen hasta el culo de ron. Luego salen al exterior a vomitar en los parterres. Esta escena se repite hasta que obtienen el doctorado. Ahí ya se vuelven más formalitos y no vomitan en las calles, sino que aguantan hasta llegar a casa.

Ayer cometí un acto de rebeldía. Fui caminando hasta el centro y compré una decena de libros para leer en vacaciones. Aclaro: diez libros de literatura auténtica, nada de Códigos ni Pilares de la Tierra, y nada de Sección de Libros de Carrefour: Librería Universidad, fondo verde y letras blancas, estampado en la bolsa.

Me henchí de orgullo intelectual, paseando desafiante por la calle con unos cuantos kilos de cultura en la bolsa. La sensación duró apenas unos minutos. Enseguida me encontré retenido por un joven que llevaba amarrados a dos perros parecidos a bolas de carne. Los perrazos remaban a duras penas con sus cortas patuñas, y el adolescente los arrastraba como podía. Dos niñas acompañaban al chico y hablaban con él. Se les caía la baba: a las niñas. Pensé que serían las sobrinitas o hermanas… Me resigné a ir despacio, ya que la acera no tenía anchura para adelantar a toda esa comitiva.

Al llegar a la esquina las niñas se separaron del muchacho, pero aguardaron un buen rato viéndolo alejarse. De nuevo se les caía la baba. De esto deduje que no eran ni sobrinitas ni hermanas. Eran unas perfectas desconocidas que se quedaron embobadas con los perros y entablaron conversación con el dueño (yo a mis hijas, si las tuviera, les prohibiría hablar con perros y con desconocidos). Me sorprendió mucho que bastaran dos perros gordos para encandilar a las criaturas de aquella manera. No deja de ser un buen truco para ligar. ¿Por qué las mujeres se pirran tanto por unos animales que les dejan el cuerpo lleno de babas y les meten el rabo por todas partes?

Me pregunto si La Laguna no se habrá convertido con el tiempo en una ciudad y los perros. Lo que no puede ser es una ciudad universitaria. No con tanto borracho. Y está claro que no hay espacio para la cultura. Sin la bolsa de los libros yo hubiese podido adelantar a los perros, sin duda.


PS: Este post es un mero tentempié. Si usted se quedó insatisfecho por la insustancia, debe acudir al territorio de EDMUNDO MANTEL. Allí se enterará de las prácticas sexuales extrañísimas que algunas revistas aconsejan a las mujeres. No intente hacerlo en casa: es peligroso. Las urgencias de los hospitales están repletas de tornillos rosca chapa…

12 comentarios:

JOHNNY INGLE dijo...

Ay, Lola, me pillaste. Creo que debo escribir más corto y publicar dos veces por semana para dar más continuidad al asunto y para compensar en el bajón de actividad en la blogosfera debido a las vacaciones.
Es curioso que nombres a Corine Tellado, porque en realidad estuve en un tris de comprar uno de sus productos. Estaban en la estantería y me pregunté: ¿No debería leer uno para sabeer de qué habla la gente? Pero el asco pudo más. Rufus ya conoce que soy un sibarita.
Sí: se me ocurrió la idea extravagante de retratar los libros sobre la tierra y junto a las flores, para obtener una bella estampa cromática (hum). Si alguien me observó con el experimento, seguro que se quedó preocupado (este loco de atar…).
Si haces clik sobre la foto se amplía, tal vez puedas leer al menos los autores. Pero vale, desnudaré mi alma:
CLARA SÁNCHEZ, El palacio varado. La escritora española con estilo más depurado.
JULIO LLAMAZARES, El cielo de Madrid. El autor que huye de la fama.
SIMONE DE BEAUVOIR, La invitada. Para saber por qué esta señora es tan citada.
HERMANN HESSE, Narciso y Goldmundo. Otra más de Hesse, para ir acabando.
ÁLVARO POMBO, Donde las mujeres. Porque me dio pena: una vez en una conferencia a este viejecito loco y simpático se le acabó el agua del vaso, lo empinó sin darse cuenta y no había nada. Hizo el ridículo, me dio tanta pena que yo mismo me levanté para pedir: ¡Por favor, llévenle agua al escritor!
BUKOWSKI, Factotum y Escritos de un viejo indecente: para avanzar un poco más en el aprendizaje del arte de ser un guarrindongo.
VALLE-INCLÁN, las cuatro sonatas. Porque al fin las encontré a tiro de piedra. Siempre hace falta una ración de clásicos, para matar el sabor a modernidad de los contemporáneos.
Cuídate de los perros (esto no es un libro, es un saludo). Chau.

Anónimo dijo...

Los perros son para el verano...¿o eran las bicicletas? Bueno, da lo mismo. Le aconsejo que deje de visitar esas calles de vicio y pasee por las partes nobles donde todo es bello y añejo (Herradores, la Carrera, Taco, La Higuerita o la Verdellada)El cuadrilátero ya está vedado para los que no nos gusta vomitar en los parterres, cosas de la edad. Yo por mi parte espero mudarme a San Láazro en fin de año.

JOHNNY INGLE dijo...

Pucherit: A mí cuando me independicé no me regalaron ni una "perra chica". Bueno, mentira, me regalaron bastante. Lo digo por el chiste fácil.

Ah, eso no son "partes nobles". Son más bien "partes pudendas". En la Verdellada se impone una reforma cromática: ¿Por qué no pintar los edificios de colores variopintos (nunca mejor dicho) y denominarla Urbanización Arco Iris?

Por la zona de San Lázaro, según creo, merodea un Buitre también conocido en lenguaje vulgar como "crítico literario". Tenga cuidado (aunque creo que pronto se traslada a su vez).
Usted es un oportunista Ricardo: ¡usted lo que quiere es aprovecharse de la nueva rotonda de San Lázaro, que por lo que me cuentan ha quedado "ideal"!

Anónimo dijo...

Ideal de la muerte, propia del estilo incomparable de falinda

Anónimo dijo...

Hombre, Corin Tellado no está tan mal :-), y hay que leer de TODO para poder criticar. Yo, hasta intenté leer "Cien años de soledad" Al cuarto intento llegue hasta la página 111, y ahí me quedé. Me quedo con Corin, o Joanna Lindsey, jejej. De todo hay en la viña del...

JOHNNY INGLE dijo...

VYdV: Pues te aseguro que Cien años de soledad tiene unas escenas que van desde el color rosa al grana encendido. Esos revolcones de los dos ¿hermanos? creo recordar, pringados con claras de huevo, con almíbar de melocotón... no existe en el mundo una recreación tan inspirada del romanticismo amoroso.

Tienes que ser más persistente. Vuelve a intentar leer Cien años. Yo lo he leído dos veces y es el único libro que pienso repetir media docena más antes de morir (y si es posible quiero morir leyendo esa novela, justo en el capítulo en el que ¿Amaranta Úrsula expira llena de telarañas? Definitivamente no me acuerdo.

RUFUS dijo...

"Me henchí de orgullo intelectual, paseando desafiante por la calle con unos cuantos kilos de cultura en la bolsa"

Ya imagino la estampa, usted erguido, sacando pecho y andares marciales.
-aquí estoy yo y mis lecturas veraniegas ¿Qué pasa?

"Sin la bolsa de los libros yo hubiese podido adelantar a los perros, sin duda"

Eso digo yo. El saber SÍ que ocupa lugar, de hecho es un lastre para poder seguir el ritmo del desfile oficial. Ahhh, los ignorantes analfabestias, ellos serán los primeros, o cuanto menos los más ligeros.

Salut

. dijo...

Sr. Ingle;

No es justo que Usted deperdicie el final de una de sus entradas recomendando en rojo una pendejada de Mantel. Sin embargo, gracias.

Evidentemente, está Usted equivocado en todo: es un antiguo.

Olvídese de los libros, que no conducen a nada bueno. Sólo el de Bukowski se escapa, y eso porque le servirá de guía en la iniciación de una nueva vida. Queme los demás.

Cuando termine de leer Factotum acérquese a la licorería más próxima, cómprese seis cajas de cerveza, doce botellas de ron Armiche y agárrese una buena peda en casa.

Luego salga a la calle, arrástrese indignamente por las aceras, dígale obscenidades a las viejecitas y vomite por los parterres. Después vaya a la perrera municipal y libere a unos cuantos chuchos apestosos de su cruel destino.

Sáquelos a pasear: verá cómo pronto una legión de mujeres le elige a Usted para que les deje el cuerpo lleno de babas y... ya sabe.. lo del rabo...

Saramago tiene buenas ideas, pero no sabe terminar los libros. García Márquez era un genio hasta que se españolizó.

Perfectos Saludos.

AKSARAY dijo...

Es que usted tiene desfasado el concepto de guay . Ir con muchos libros de esos sin fotos por la calle está totalmente out . La verdad , es que de toda la gente a la que mirar en la calle , prefiero mirar al Ubersexual mas guay . ¿Le he contado alguna vez que salí con un intelectual poeta mayor y que ahora aborrezco los libros sesudos y la poesía?
Y ahora nose que hacer con mi colección de escritura de 300 fascículos y la de poesía de 100 tomos.
¿Ve? he desnudado mis sentimientos , todo por ser guay y mostrar al mundo mi bochornoso pasado.

Saludos¡¡

JOHNNY INGLE dijo...

AKSARAY:No crea que estoy tan desfasado. En realidad cada día me pongo más guay sin proponérmelo. Ya apenas leo. Las vacaciones son una excepción. Y la poesía, jaja. También estoy dispueto a tragar con lo de ubersexual, voy a tirar a la basura mi trimmer y a dejar que por mi desabotonada camisa floresca la floresta velluda de mi ser masculino.

Hay muchas especies de hombre, casi todas malas (palabrita de Mantel), pero la peor es la del Bardo Poeta, y si es mayor es para ahorcarlo.

Compartimos la angustia por todos esos fascículos y tomos inútiles. Mire, por ser tan guay tan a menudo y en tantos blogs en los que nos encontramos, le voy a desnudar mi alma. En el siguiente poema (compuesto cuando todavía creía que ser metrosexual era lo más guay) expresé mi angustia por el destino de los libros huérfanos:


LOS LIBROS HUÉRFANOS

La hora llegó a mi casa:
llegó la hora de despedir mis libros,
desunir sus cuerpos agrietados
y buscarles un nuevo dueño
(un niño, acaso, que los lea de forma inocente).
O tal vez llegó la hora
de presentar su definitiva renuncia:
marcar alguna de sus páginas,
establecer la pausa (el descanso).
Es la clausura del pensamiento,
el día que dices adiós
amigo,
y le tiendes la mano en su momento triste.
Le apagas la luz,
le abandonas en el sueño de sus epígrafes amarillentos.
Tal vez seas capaz de un gesto altruista
y tal vez sientas compasión al escuchar el latido viejo,
el pálpito de sus palabras, ya lejanas.
Pero cierras la estancia, en definitiva,
para abrir testamento:
¿y a quién le dejo yo, ahora, todos estos libros
que son mis heridas?

AKSARAY dijo...

Pues Vaya mierda de poema señor ingle , dan ganas de suicidarse con un trimmer menos mal que su epoca de metrosexual pasó a mejor vida.

JOHNNY INGLE dijo...

No sea usted tan así, que en realidad es un poema con su cosa de guay. Lo que ocurre es que usted quedó traumatizada con su poeta mayor y ya ni puede ni quiere entender de líricas de elevada resonancia.

Ahora me voy a su blog, que tengo un asuntillo pendiente, jiji.