29 abril 2006

¿Mejor cuanto más grande?



En cuanto al tamaño:

Mi opinión, después de haber observado y analizado todas las que he podido, es que lo mejor es tenerla de 17 pulgadas. Sí, sí. La mía ahora mismo es de 15, y se me queda corta según para qué sitios. Entras en algunos que te obligan a mover la barra de derecha a izquierda y viceversa (al punto del agotamiento) para poder alcanzar todos los rincones. Jo, y ya está bien, ya le vale. ¿Por qué no tener una de 20 pulgadas? ¿De 30? En Internet encontré una de 30, por lo visto empiezan a ponerse de moda. Sin caer en ese exceso, llegué a concluir que 20 pulgadas eran una tentación. ¿Y qué se puede hacer al respecto?

Estuve largo rato mirando la de un amigo, viendo cómo funcionaba y no me gustó, francamente. Me desengañé. Al final el viejo refrán de "mejor cuanto más grande" no parecía aplicable. Y luego otro amigo que tiene una de 17 pulgadas me la mostró y quedé convencido de que es justo lo que necesito. Y nada de larga y estrecha: eso solo vale para los DVD, mis tiros no van por ahí. Yo la necesito sólo para navegar, para el correo y para texto. Y con la de 17 se ven completas las páginas de formato más ancho, y el Word se visiona también completo en diseño de impresión, con todos sus márgenes. Trabajar con un pantallazo de 30 pulgadas sería como ver un partido de tenis en la pista: cuello a derecha, cuello a izquierda. Incluso en la de 20 se ven los caracteres demasiado gruesos, desagradables.

Así que por fin me he decidido. Nada de tamaños gigantes. ¡La que tengo ahora es pequeña, pero con una de 17 me sentiré todo un hombre!

3 comentarios:

. dijo...

Querido amigo: tengo la absoluta certeza de que tenga usted la que tenga, siempre se le quedará pequeña.

Anónimo dijo...

A este respecto, creo que tendré que publicar aquí un comentario que escuché ayer en la guagua, entre dos ruinas:

Bajaba como siempre en la guagua hacia Santa Cruz, junto a dos ruinas
con gorrita. Por supuesto, tenía la "antena" puesta para escuchar su
conversación, aunque en este caso podría haber sido también entre
personas normales. En un momento dado, decían lo siguiente:

Ruina1: "Ños, ya no la saco casi nunca."
Ruina2: "Yo la sigo sacando todos los días, por lo menos para mear."
Ruina1: "Ya, pero la mía está vieja, y hay días que ni mea."
Ruina2: "La mía se ha puesto más oscura. Cuando era pequeña era como
amarilla, y ahora es más marrón. Y está compacta y musculosa. La gente
se asusta a veces, al verla."
Ruina1: "Y también estará superpeluda."
Ruina2: "Sí, muchacho. Para lavarla es un coñazo, porque se le traban
todos los pelos."
Ruina1: "¿Y no te muerde?"

Aquí yo ya casi me caigo al suelo del susto.

Ruina1: "Me refiero cuando la lavas, ¿no intenta morderte?"
Ruina2: "No, es muy noble. La tuya es más bruta, pero será por la edad."

Total que siguieron así un rato, cada vez con más pistas, hasta que
uno nombró la palabra clave: "perra".

Sinceramente, ni adrede les sale
mejor la parida. Además, hay dos cosas que tengo clarísimo: La primera es que no se estaban dando cuenta del doble sentido de su
conversación. La segunda, que no debo de haber sido el único que se
haya asustado...

Mari dijo...

Ni mis gafas me salvaron... las últimas letras no se ven bien. Siempre queda el recurso de ampliar TODO el texto.

=)