Una amiga mía, que siempre se había considerado “culona” (supongo que con orgullo), tuvo que hacerse un reconocimiento médico general. Se llevó una sorpresa cuando el traumatólogo, a la vista de la radiografía, le diagnosticó una lordosis, enfermedad que se caracteriza por una rotación anterior de la pelvis, que causa un aumento anómalo de la curvatura lumbar. La columna se incurva hacia delante y, como resultado, ¡oh, agradable sorpresa!, los glúteos se vuelven prominentes.
Los médicos la consideran una enfermedad, que puede ser de origen genético.
Los traumatólogos son así de cabrones. El de mi amiga, por ejemplo, en lugar de decirle que tenía un culo de lo más sexy, va y le espeta que padece una deformación, una anomalía, una enfermedad. Se ensañan con todo el mundo. Yo mismo he tenido la ocasión de sufrir la embestida de uno de estos House de pacotilla. Fui a un traumatólogo porque me dolía la espalda, me hizo una radiografía y no perdió tiempo en restregarme por la cara que mi coxis (o rabo) tiene ciertas deformidades congénitas. Mi hermana también salió bastante malparada de un traumatólogo, que le detectó una pierna más corta que otra: imaginen, uno paseándose por ahí con la cabeza alta (la de quien se sabe correcto y bien formado) y de repente pasa a engrosar las filas de los cojos o de los que tienen protuberancias extrañas en el rabo.
Deberían callarse estas chorradas. Ellos saben que esas anomalías las tiene casi todo el mundo, y que ni se notan ni tienen consecuencias apreciables para la salud.
No se si se habrán fijado pero hay una buena porción de mujeres con el culo en pompa, que son precisamente esas que padecen lordosis. En las africanas es norma. Por el contrario, jamás he visto una china que tenga un culo apreciable. Si voy a los restaurantes chinos es porque me gusta la comida, no por la esperanza de tropezarme con un bonito culo.
Y ojo. No se trata de tamaño, sino de prominencia. Una mujer muy delgada puede tener el culo en pompa y lucirlo con total solvencia. La de la foto puede ser un buen ejemplo de estas mujeres de culo llamativo. Si las miras por delante es como si pretendieran escamotearlo. Si las miras por detrás, es como si quisieran ofrecértelo. En algunas ocasiones da la impresión de que extienden el culo hacia atrás para que venga una mariposa y se pose justo ahí, en la comisura de las nalgas. ¡Jesús! Escribir estas cosas le pone a uno como una estufa. Qué desgracia.
Yo no calificaría la lordosis femenina como una enfermedad, sino como un rasgo evolutivo. En su origen, pudo ser una desviación, una anomalía genética causada por una mutación. Pero esa anomalía, sin duda, benefició a las hembras que la padecieron. La cosa pudo ocurrir así:
Podemos imaginar al hombre y a la mujer primitivos, en la noche de los tiempos. Eran poco más que animales peludos. El hombre se dedicaba a la cacería, y su visión era muy precaria. Reconocía las siluetas en la distancia, pero no los finos detalles. ¿Cómo tenían lugar los encuentros sexuales? El hombre andaba entre las zarzas, en busca de alguna alimaña que llevarse a la boca. De repente distingue a lo lejos la silueta de una mujer agachada, recolectando moras, el culo en pompa. Y claro, el macho se pone como una estufa ante ese cuadro, se le llena la boca de espuma, se dirige a la hembra, la aborda por detrás, la sujeta y la cubre. Treinta segundos y misión cumplida.
Es decir, con lo cegatos que eran los machos primitivos, el que las mujeres tuvieran un culo prominente ayudaba a ser localizadas y distinguidas como hembras. El culo indiferenciado sólo podía haber conducido a un resultado nefasto: a la cópula contra natura, macho contra macho.
Las mujeres lordóticas lograron una ventaja evolutiva. Los machos las reconocían con más facilidad y, por ende, las cubrían. Las mujeres de culo retraído a menudo se quedaban sin pillar cacho. Es por esto que, lo que en principio nació como una anomalía genética, terminó convirtiéndose en una ventaja evolutiva.
Hace unos días, en un documental, escuché que el erotismo femenino representa la gran potencia del universo. Dicho así, suena un poco machista. O tal vez ofensivo para el hombre: ¿Por qué el erotismo femenino es la gran potencia y no lo es el erotismo masculino? Pero lo entendí. Lo que quería decir esa afirmación es que… bueno, el macho posee la potencia fecundadora, pero para poder usarla necesita que su pasión sea encendida. Y ahí es donde entra en juego el erotismo femenino. Si la mujer, con sus recursos de seducción, no es capaz de encender la llama, el futuro de la humanidad corre peligro.
A mí no se me ocurre mejor mechero que un bonito culo en pompa y una espalda cóncava. Me imagino a esa mujer agachada, recolectando moras en un zarzal, y yo sudoroso, peludo, con mi lanza de cazador. La veo a lo lejos y la reconozco y pienso: “Ah, esta zorra quiere guerra”.
Así que ya lo saben: Bienaventuradas seáis, mujeres de culo en pompa, porque vuestros nietos y los hijos de vuestros nietos heredarán la Tierra (bueno, la Tierra excepto la parte de Asia, porque aunque las chinitas no tengan culo que valga la pena, los chinitos son tan afanosos y tan chingones que aceptarían hasta el agujero de una lata de Coca Cola como animal de compañía).