07 mayo 2007

El amor se baja en la última estación




Ayer domingo, a la hora de los lagartos, realicé mi acostumbrada visita a las obras de la Avda. Trinidad. En el trayecto de regreso, justo a la altura de la última estación del tranvía, me tropecé con un ramo de rosas tirado en el suelo. Al principio no pensé, pero luego sí pensé: pensé que era una “anormalidad”, porque no eran flores mustias, sino frescas. Era un ramo barato y escaso, no un ramo de floristería. Algunas rosas estaban partidas, pero no desmayadas. Por eso pensé. Pensé que aquel ramo estaba contando una historia, un hecho dramático que seguramente había ocurrido en la misma mañana. Aquellas flores habían sido brutalmente rechazadas: alguien había repudiado un gesto de amor, o de amistad. ¿Pero quién?

En estas circunstancias uno quiere saber, ir más allá del rastro, indagar: y no hay forma. Se podrían emplear el resto de los años venideros y no se resolvería el enigma. Pero yo quería saber. Y lo que hice fue imaginar. Imaginé que la historia había ocurrido más o menos así:

“Ahora estaba solo en la ciudad universitaria. Sus padres y hermanos en la otra isla. Y sus amigos ni aquí ni allá, porque Ragebundo Pantriel era un muchacho sin amigos. Últimamente se encontraba demasiado soltero. Sentía que algo le faltaba para estar completo. Sin embargo se trataba de un sentimiento estéril: él nada podía hacer ni solucionar.

La vio una tarde en la biblioteca de la Universidad, sentada en la misma mesa pero al otro lado. Subrayaba con pulcritud sus apuntes de Derecho Romano, con los mismos colores rosados y naranjas de la pulsera y la diadema. Una chica delgada y morena, con una piel brillante como el aceite de oliva. Hasta su caligrafía era perfecta, y Ragebundo se enamoró al instante.

Frecuentó la biblioteca para encontrársela, y a menudo volvió a coincidir con ella, porque los estudiantes suelen tener un sitio favorito, aún en los lugares públicos. Nerea Carrasco (leyó su nombre escrito en el cuaderno) le hacía volar a las nubes. Descuidó los estudios y se dedicó a soñar con ella, mañana tarde y noche. ¿Podía ser ella para él? Desde luego no. Dentro de diez años él quizás podría ser un notario, pero ahora era un pelagatos, el hijo de un granjero de una isla menor. Ni siquiera tenía coche: ¿cómo invitarla a salir? Pero qué decía invitarla, si era tímido, jamás se atrevería a decirle nada. Él nunca hablaba con nadie. Iba de la pensión a clase, de clase a la biblioteca y de nuevo a la pensión. No.

Pero sus sentimientos se inflaban como un globo, y cada vez sufría más. Al principio gozaba soñando con Nerea, pero ahora era un suplicio, porque la veía inalcanzable y a él… el corazón le iba a estallar. Perdió el apetito. No comía apenas, ni dormía ni estudiaba. Pensaba en ella, pero jamás con deseo: eso tampoco. La pensaba como su mujercita, casada con ella. Pensaba en los hijos comunes y en el futuro común, lo que acrecentaba su congoja.

Una tarde vigiló la salida de la muchacha y la siguió por la calle un buen rato. Pero abandonó en una esquina. Otro día repitió, hasta que dio con el edificio. Ajá. O sea, vivía allí. Y él lo sabía. Los domingos, como no podía verla en la biblioteca, se acercaba a su calle y se paraba frente a la casa. En una ocasión afortunada descubrió su ventana porque Nerea salió a tender ropa. También descubrió que a eso de las once ella salía siempre a comprar el pan vestida con un chándal rosado y su coleta con el turbante siempre a juego. Comenzó a planear no sabía muy bien qué. Pero no paró de pensar hasta que se le ocurrió una idea genial.

Se levantó temprano Ragebundo Pantriel. Tomó dinero del que le daban los padres para libros y se dirigió al mercado. Compró un ramito de rosas mediano y, con el corazón golpeándole el pecho, volvió al edificio de Nerea. La esperó. Era la hora. Y ella apareció. Pero Ragebundo retrocedió, la persiguió de lejos. La chica hizo el recorrido, fue hasta la tienda del pan, y retornó por otra calle paralela. El desdichado Ragebundo iba detrás, trastabillando, medio ciego por la obsesión. La boca espumosa. ¡Se le iba a escapar!

Pero no. Al llegar al portal se adelantó. Se plantó ante ella: ¡Estaba tan hermosa! Jamás la había tenido tan cerca, y tan a solas. No podía hablar, sentía la lengua soldada al paladar. Cuando logró abrir la boca lo soltó todo de golpe, le puso el ramo a su alcance y le dijo que él, en su modesta intención, estaba enamorado, que la había visto, que la veía todos los días, que era perfecta, que nunca en su vida imaginó que se podía ser tan perfecta, que la quería, que se quería casar, se le escapó, que eso podría esperar pero que no podía contenerse, ya que era lo que deseaba, y con qué fuerzas y…

Nerea Carrasco se había puesto verde. Miró al desgarbado muchacho al que no entendía un comino lo que decía, pero sí entendió, apenas, retrocedió dos pasos, no tocó el ramo que él mantenía extendido, como un pasmarote. Aunque acertó a decirle con tono seco:

-Pero yo… Pero yo tengo novio. Pero es que no ves que… ¿Es que no te das cuenta? Es que tú… Pero es que yo ni te conozco ni: ¿Cómo puedes decir que me quieres si no me conoces? De modo que ya vale, y no me persigas ni me llames ni me escribas ni se lo digas a nadie ni….

Nerea se había encolerizado tanto que no se percató de que ya el desdichado Ragebundo Pantriel escapaba lleno de bochorno y pesar, inundado de una rabia excesiva. Con la fuerza de esa aflicción, y a la vista de la muchacha, lanzó el ramo de flores contra los adoquines de la estación del tranvía. Las sienes le latían. Se le rompía el corazón. Se encontró huérfano, desamparado, y hasta olvidó que era el Día de las Madres, y que la suya esperaba una llamada… “

35 comentarios:

nüSh... dijo...

Antes de nada le diré que esa obsesión suya con las Nereas es enfermiza.

Me ha encantado la historia pero...

¿¿¿un chandal???


Hubiera sido mucho más lindo que llevase un vestidín rosado de finas y volátiles gasas, pies acariciados por unos tacones de controlada altura e incontrolable belleza.

Aunque fuese a comprar el pan.
La estética es la estética.

En general, lo dicho. La historia me ha gustado.
No hubiera sabido hacerla mejor.

Si yo encontrase un ramo de rosas en el suelo cogería una y regresaría a casa feliz como una perdiz.
Imaginando que a un motorista-repartidor-de-flores se le habían caído del cajón de la moto.


Mil besos rosados, que no naranjas.

Pejeverde dijo...

Yo el domingo me topé con al menos tres ramos en las mismas condiciones, y en lugares diferentes.

Mi imaginación me llevó por derroteros diferentes, pensé que, quizás a algunas madres, le toca mucho las narices, que les regalen ramos de rosas, pensé que quizás se haya convertido en un regalo estándar, dia de la madre = ramo de rosas, día del padre = corbata...

. dijo...

No sólo olvidó el día de las madres. También olvidó que el tranvía circulaba en pruebas, incluso en domingo. Ofuscado por el bochorno, cruzó por las vías sin advertir que el vehículo se le venía encima. Tampoco escuchó el sonido insistente de la campanilla electrónica. Precisamente aquel tranvía no tenía instalado el parapeto recoge-vagabundos. Ragebundo fue devorado por los bajos del tren. Primero los ejes, luego las metálicas ruedas, destriparon al muchacho dejándole apenas trabajo a los gusanitos blancos de la muerte. Junto al ramo de rosas que yacía en el suelo, quedaron estampadas, de manera indeleble, varias gotas de sangre.

Su madre recibió una llamada, sí, de la Policía Ferroviaria. "¿Es Usted la madre de Ragebundo Pantriel?". "Hay que joderse" -pensó la madre- "menuda sorpresa me ha preparado mi amado hijito".

Sr. Ingle;

Esa historia suya de las flores me hace recordar a mi Pilar Carrascosa. Y me hace pensar que todos llevamos a un Pantrielito dentro.


Perfectos Saludos.

Stacy Malibú dijo...

Ragebundo Pantriel?? y a mi que me recuerda al nombre de alguien....no sé no sé.

Totalmente de acuerdo con la Srta. Nush...aunque sea para ir a comprar el pan no se puede salir en chandal. Una persona así no puede ser empática ni delicada en el rechazo....pobre Ragebundo...que mal ojo!!

Akroon dijo...

Seguramente, Ragebundo, al llegar a la pensión, tomó con fuerza una cuchilla de afeitar para cortarse las venas, con tan mala suerte que estaba gastada y ya no tenía filo. Tuvo que optar por dejarse las venas largas.

Hay gente con mala suerte.

De todos modos, me sumo a las opiniones de que el chándal no es estético. Si hubiera dicho usted un pantalón de deporte con los bajos acampanados, hubiera tenido un pase... pero lo del chándal... nononono... Nerea en el fondo no era digna de Ragebundo. Y menos siendo el chándal rosado. Por dios!!! A una mujer vestida con chándal rosado no se le regalan rosas, se le regalan claveles de plástico, que va muchísimo más acorde con su estilo. A poder ser, que sean de color amarillo, para bordar el tema.

Sea como sea, malogradas flores... y pobre Ragebundo... Hasta le acurricaría en el regazo... En el fondo, Nerea era una pija insensible... seguro!

Un beso!

Loredhi dijo...

Sr. Ingle,

La historia de Ragebundo me da pena normal. También él se buscó el desenlace... ¿no se dio cuenta antes de que la chica chandalera no estaba por la labor?... a mitad historia estaba más que claro. Pobre Ragebundo, pero en el fondo se lo tiene merecido por papanatas.

Lo que de verdad me ha sabido mal es lo de la no llamada a mamá-mamá... ya le vale al colega!

Anónimo dijo...

De acuerdo con Loredhi, él se lo buscó por papanatas. ¿O es que nadie se compadece de las chicas que tenemos que soportar a un plasta enamorado?

En mi primer día en la universidad (diecisiete añitos recién cumplidos, una monada) se sentó a mi lado en la segunda fila de la clase un chico y ya no se separó de mi lado en tres años. Dejó a la novia que tenía, me escribía versos, me seguía por todas partes como un perrito. La historia era la comidilla de la Facultad y hasta los profesores hacían chistes sobre el pobre pretendiente. Yo soporté con estoica resignación, porque era buena persona (yo) y me daba lástima (él). En 4º curso nos separamos, gracias a Dios, al escoger distintas especialidades.

Peggy dijo...

chandal ufff ...y tacones ufff .....ese chico no sabe el favor que le hizo el rechazo ....se le ropio el corazon ...pero se libro de una mediocre ,,,,la vida continuara ....nadie muere de desamor ...kiss:)

nüSh... dijo...

" una mujer vestida con chándal rosado no se le regalan rosas, se le regalan claveles de plástico, que va muchísimo más acorde con su estilo. A poder ser, que sean de color amarillo, para bordar el tema.
"

...
Una afirmación digna de un catedrático.

Akroon dijo...

Sra. Nüsh, tengo la sensación de que a usted le horririza tanto como a mí la simple visualización mental de una diadema rosada y naranja, y además a juego con una pulsera....

JOHNNY INGLE dijo...

Ay, ay, pero cómo se inflama la historia. Nadie dijo que chándal con tacones... Llevaría zapatillas, qué se yo. Las estudiantes, en su tiempo libre, digo yo que andarán por ahí en chándal. Pero un chándal ajustado, que marque culito melocotón (lo que no es tolerable es un chándal larguirucho).

La afirmación de catedrática de la Sra. Akroon es de abogada, ya que está acostumbrada al lenguaje forense: como aquella famosa sentencia que exculpó a un violador porque la chica llevaba pantalones vaqueros y... claro...

Te compadezco de verdad, Koti: hay que tener estómago para soportar a un tipo que en lugar de invitarte a la discoteca y emborracharte te escribe versos y se sienta al lado de ti como perro faldero. Detesto soberanamente a los bardos poetas enamorados. Ninguna mujer espera eso. Es la más errónea de las estrategias. ¿Y si te lo encontraras ahora, decenios después, y te pidiera un desmelene????

el_Vania dijo...

Que hermoso y doloroso al mismo tiempo la historia de las rosas... tienes toda la razón, menuda historia, menudo drama, menudo desencuentro...
A veces los objetos inertes dicen más cosas que el mejor de los narradores.

JOHNNY INGLE dijo...

Sra. Loredhi: es que Ragebundo opinaba que lo del día de las madres es un invento de El Corte Inglés y, por tanto, debe omitir por razones morales la llamada solidaria. Yo mismo no he llamado a mi madre y ahí está, de eso tampoco se muere nadie.

Sra. Stacy: A lo largo de mi vida pocas mujeres empáticas en el rechazo he conocido. Algunas fueron "simpáticas" (en sentido peyorativo) pero empáticas tampoco. Generalmente las mujeres se cabrean y empeoran la situación de la víctima, que convierte su amor en un rencor intolerable.

De todas formas, es que dar calabazas es una de las acciones más desagradables que se pueden desempeñar en este mundo: yo prefiero que me las den. Es que lo otro es muy jodido.

Sr. Mantel: No quise hacer sangre, pero sí, Ragebundo fue con toda probabilidad pasto de los rodamientos del tranvía (al menos se llamaba Nereo, como su amada). De todas formas, si ella le llega a dar un sí, también, por exceso de felicidad, se hubiera despistado y de nuevo estaría bajo las ruedas del artefecto.

Sr. Mantel: acabo de localizarle a su primera novia platónica. A ver qué hace con ella. ¿Piensa llamarla? Pueden quedar en la cafetería del Carrefour, les queda cerca. Parece que ella está libre....¿no cree?

Sr. Pejeverde (azul): en realidad también yo barajé la hipótesis de una madre que repudia a su hijo y le tira las flores filiales. Pero este drama me pareció inceptable y terrorífico: no me quise manchar las manos con semejante crueldad.

Sta. Nush: los vestidos volátiles de gasas son para las películas. Las estudiantes van en chándal, y están buenas, oiga (algunas).
Se habrá fijado en que la expresión "demasiado soltero", fue copiada de usted. Era mi homenaje de la semana. Pero le digo que así como tampoco nadie muere de despecho, tampoco de exceso de soltería se tumba la pata ni se la espicha ni se queda uno fiambre.

Usted no necesitará recoger flores del suelo: un príncipe se las entregará en mano. Así debe ser.

JOHNNY INGLE dijo...

Sr. Vania: ¿recuerda usted la canción "Cuatro rosas" de Gabinete Galigari?

Hay cuatro rosas en tu honor
dentro del vaso que te doy,
dos son por gemir
dos por sonreir
hay cuatro rosas para ti,

Toma mi vaso y bebe de él,
las cuatro rosas que te doy
son del color
de tu ropa interior
y huelen a rosas como tú.


A mí me chiflaba esta canción, sobre todo eso de "son del color de tu ropa interior".

Anónimo dijo...

Johnny, me lo he vuelto a encontrar decenios después. Es vicerrector de una Universidad, y tiene tres hijos adoptados. Debe estar tan ocupado que no creo que esté para un desmelene.

El Soltero de Oro dijo...

Ingle a ti te veo capaz de hacer la payasada que hizo el Regabundo ese. Eso te paso a ti pero no lo quieres decir.

Akroon dijo...

Sr. Ingle;

No me mezcle usted el tocino con la velocidad, a no ser que sea en el caso de un cerdo al volante (entiéndase 'cerdo' como calificativo de hombre poco pulcro o de actitud lasciva y soez).

Nada tiene que ver el que afirme categóricamente que una mujer enfundada en un chándal rosado merezca claveles amarillos de plástico con que se exculpe a un violador por llevar su víctima unos vaqueros ajustados. Si no recuerdo mal (y disculpe, tengo mala memoria), esa famosa sentencia se dio en Italia... ¿es correcto? Sea como sea, al Magistrado que la dictó le haría yo descubrir los placeres del sexo anal (consolador talla Nacho Vidal mediante) escudándome en que la toga y las puñetas son eróticamente provocativas.

Sea como fuere, me ratifico en mi afirmación de la relación indiscutible entre hortería-flores artificiales. Lo del chándal rosado aún me provoca pesadillas...

Un beso para Usted!

Anónimo dijo...

No sé, no sé.
A mi me parece que a Ragebundo lo que lo unía a esa chica "no era el amor, era el espanto".
Hombre, si ella es tan insensible él se libró de una buena!
Para qué quiere una mujer así cerca, por más bonita que le pareciera por fuera?
Mejor solito que mal acompañado, digo yo...

Peggy dijo...

La chica del chandal es muy kitsch...como alguien dijo se merece claveles de plastico

JOHNNY INGLE dijo...

sr. sOLTERO DE ORO: Usted no lo sabe, pero yo he hecho cosas muchísimo peores.

Mari: en efecto, se libró de una "buena" y que tenía bigotes y voz ronca. En cierta forma, el amor es una modalidad del espanto.

¿Para qué la quería?
MMM: sospecho que quería dormir...

Anónimo dijo...

Lo de bigotes y voz ronca no lo entendí.

Yo no creo que el amor sea una modalidad del espanto. Pero claro, mi idea sobre el amor no es ya la que me "vendieron" cuando era yo una niña...
Lo que se supone es el amor es un espanto. Pero no es amor, eso.

Besos sin espanto.

Absurdo Rutinario dijo...

¡Qué drama! ¡Olvidarse del día de la madre por una pelandrusca cualquiera que ni corresponder a la intriga sabe!

Me ha resultado raro leerte hoy. Como el plato preferido servido frio.

JOHNNY INGLE dijo...

Mari: es que hubo una Teresa Carrasco, y el día que la abordé y la tuve delante, me di cuenta de que tenía bigotes y la voz ronca, y eso me decepcionó bastante: tanto que, al final, no le dije nada de nada y me largué...

Así pues, consejo para todas las mujeres: no deje que le crezca en demasía el bigote y... no permita que se le ponga la voz ronca. Imite a una flauta, siempre voz de pito.

Sr. 629: Bueno, es que hay que cambiar de registro de vez en cuando. A mí me vino muy bien escribir este plato frío. Me encantan los cuentos en los que el protagonista se muere al final o sufre un terrible batacazo.

D A V I D dijo...

Sr. Johnny,

Veo que su imaginería estudiantil chandalera ochentera ha levantado ampollas.

Sras. Todas,

Me sorprende, especialmente de la Sra. Nüsh y mas bien poco de mi Sra. Hermana, su aversión hacia el chandal rosa, una de las tendencias revelación de esta temporada. Eso sí, chandal que no ha pisado ni pisará el gimnasio. ¿Es qué no ven a la, más hijaputa que desesperada, muñequita diabólica Gaby?


AtentaMentes

Anónimo dijo...

Pero entonces es una historia con final feliz!
Ragebundo tuvo suerte al alejarse de semejante especímen.

David, qué es un chandal? Es grave?

JOHNNY INGLE dijo...

Avré, qué equívoco: el chándal rosa levanta pollas, no ampollas.

Y no tengo idea remota de quién es la diabólica muñequita Gaby...

Ragebundo no fue tan feliz del todo porque pasó muchos años "mascando" el supuesto final feliz. en este sentido, el chandal es grave..

Alguien dijo...

Yo masco sin pensar.
Uso la intuición, miro mis sensaciones, atiendo a lo que tengo ganas de hacer. Así es más rápido, si uso mucho la cabeza pasaría años mascando un tema.
Ragebundo tiene otro estilo, es sólo eso.

Anónimo dijo...

Por qué nos gustan los desamores y las desgracias de los demás??

1beso

Absurdo Rutinario dijo...

Vaya por delante que algunos platos, servidos frios están buenisimos. Y no hablo de la venganza. Que no aparece en ninguna carta de restaurante que se precie.

Sus platos, tanto frios como calientes.

Akroon dijo...

Me niego a aceptar que un chándal rosado levante miembros viriles... me niego...

George Hazard dijo...

Qué triste, Johnny, qué triste. Aunque Ragebundo debía de haber pensado que la vida no es como en "Lucía y el sexo", donde ese tipo de declaraciones insólitas obtienen el resultado esperado.
Desgraciadamente es este cuento has decidido que Ragebundo viva en la vida real en lugar del surrealismo. Mala suerte.
Un abrazo!

Juan Solo dijo...

Un chandal rosa puede levantar pollas, y luego ampollas, según venga solo o acompañado...

JOHNNY INGLE dijo...

MMM

Anónimo dijo...

Le saludo desde acá mi país tercermundista Sr.Ingle-y no por eso menos fascinante-México.Hace muy poco le descubrí y creame me ha encantado.En relación a su relato creo que Ragebundo tuvo la culpa por no haber hecho algo de ¨research¨,que mire que espiar no es suficiente,luego no sorprende que le dieran con el palmo de narices.El chandal creo es suficiente¨outfit¨para la compra del pan.Por el momento es todo, le seguire de cerca Johnny-si es que puedo llamarle sin el Sr.-y espero que a mi tambien me conteste los comentarios.Reciba saludos desde este lado del charco San Luis Potosí,para ser más exactos.

JOHNNY INGLE dijo...

Por supuesto que le contestaré, Maryum (no sé si femenino o masculino), como a los otros, jiji, aunque estas dos semanas atrás estoy lleno de pereza y transido por la desidia. No creo en países tercermundistas: las tercermundistas son algunas personas, y aquí está uno rodeado de imprescentables, como en cualquier ámbito. Lo deseable es estar en el séptimo cielo, y es difícil.
Encantado de que me saluden de San Luis Potosí, territorio exótico ya sólo con su nombre. Me encanta el hablar lleno de cromatismo de los mexicanos. Sin más, esos anglicismos bien puestos: "research" y "outfit".

Saludos y hasta pronto.