17 diciembre 2007

The love boat




Hay una cosa en mí que no entiendo muy bien: tengo muy poca habilidad para ligar y es poco frecuente que arrastre a una dama hasta el tálamo. Sin embargo, hay una excepción: los barcos sí se me dan bien. Será porque aquella serie de televisión que ponían cuando era pequeño, “The love boat”, me dejó inspirado y predispuesto para el amor en alta mar.

Llevo más de veinte años haciendo el trayecto en ferry de Tenerife a La Palma y viceversa. La servidumbre del coche así lo impone. Los barcos de antes no fomentaban precisamente las relaciones sociales. Como el viaje era nocturno y duraba siete horas, tomaba un camarote y procuraba dormir para no enterarme. Pero luego llegaron los Fast Ferry o catamaranes de Fred Olsen, que hacen el trayecto en dos o tres horas y uno viaja en una especie de auditorio gigante, con capacidad para más de mil pasajeros en butaca, pero casi todas vacías. Ahí no hay lugar para la claustrofobia, y lo difícil es elegir un asiento para acomodarte rodeado de soledad: ¿es mejor la proa o la popa?

Mi sentido común me inclina a pensar que el centro del barco es lo mejor, para evitar los meneos si hay olas fuertes. Como buen animal de costumbres, siempre me voy directo a “mi butaca”. En el antiguo Benchijigua Exprés esa butaca quedaba justo al lado de la tienda de souvenirs, una burbuja de cristal bien iluminada donde se pueden comprar chocolatinas, revistas y miniaturas hinchables de la propia embarcación (que se pueden usar, en casos de justificada necesidad, como juguete sexual, ya que los propulsores dejan unos huecos que parecen practicables…).

En la tienda de souvenirs hay siempre una azafata rubia, perfectamente uniformada con falda midi azul, medias de seda y tacones de aguja. El Sr. Fred Olsen tiene una política de selección de personal muy acertada, ya que contrata sus azafatas no por el principio de mérito y capacidad (que se sigue, por ejemplo, en la Administración pública), sino por el principio de “cuanto más rubia y cuanto más buenorra, mejor pal cliente”.

Y ¡qué razón tiene el Sr. Fred Olsen! De ordinario el trayecto de tres horas se me convierte en un suspiro. Mirando extasiado, y con disimulo, las piernas de la azafata, sus rodillas puntiagudas y armoniosas, el tiempo pasa volando. Normalmente me basta con eso. No hay que ser pretenciosos. Tener una fantasía bien armada da mucho juego, y puede durar años. En cambio, si intentas abordar a una mujer de esta categoría, las posiblidades de perder son muchas. Reconozco que a menudo estoy más interesado en el fetichismo que en la posibilidad real de llevar una mujer a la cama.

Pero en una ocasión tenía interés en que me explicaran qué diferencia existe entre viajar en Clase Normal o en Clase Oro. Sabía que a los de Clase Oro los meten por una puerta especial, pero no se ve desde afuera qué es lo que hay dentro. Si la única distinción de esa sala Vip es tener que ir sentado al lado de un político, ¡menuda mierda de clase oro! Pero la azafata, cuyos ojitos me parecieron sartenes hirvientes mientras me miraba, me explicó que allí servían bebidas y había revistas y periódicos a disposición de los clientes, y que todo eso estaba incluido en el precio adicional de 6 Euros.

-¿Y eso es todo? Respondí yo, con cierta decepción.

-Bueno, si usted tiene alguna sugerencia estaremos encantados de comunicarla a la gerencia.

Y entonces tuve un momento de inspiración:

-La verdad es que sí, que estaba pensando en algo muy específico. Verá, señorita, llevo más de una década viajando con ustedes, y veo una razón muy clara de por qué la ubican a usted, y a las otras como usted, en esta burbujita de cristal en el centro del barco: es porque usted es hermosa como una fuente, y a una fuente se la coloca siempre en el centro de la plaza, para que pueda ser admirada. Cuando más la admiro, más se incrementa mi sed. Créame, señorita, que llevo muchos años con esta sequedad. ¿Puede ver mis labios? Sinceramente, si yo pago seis Euros de más por entrar en esa sala Vip, quisiera encontrarme con algo más que un zumo de naranja. Lo que yo quisiera es refrescarme con las aguas de la hermosa fuente que es usted.

Todo este truco, como ustedes comprenderán, produjo el efecto esperado (siempre, siempre produce el efecto). La rubia azafata de Fred Olsen se puso roja y reía como un acordeón despendolado. Por supuesto estaba encantada con un piropo tan rebuscado y tan petulante. No era lo habitual. Ella, después de todo, era una chica sencilla a la que los fines de semana media docena de hombres le decía folla conmigo antes de las doce de la noche (el límite de las guapas).

¿Y cómo termina esta historia? Pues bien, Gaudencia del Carmen, que así se llamaba la azafata de Fred Olsen, me dio su número y yo lo anoté en el móvil. Ese fin de semana, y varios siguientes, yo refresqué mi sed en la voluptuosa agua de su fuente imaginaria. Luego hubo otros viajes, y mil historias que sería pesado contar. Cuando el barco del amor suelta las amarras, todo puede suceder.


32 comentarios:

el_Vania dijo...

Preciosa historia... y me alegro por usted, porque, realmente, las azafatas que atienden en este tipo de servicio no son pecata minuta.
Así pues, espero que la cosa perdure... ¿o quizá solo bebió durante un tiempo para seguir el camino hasta llegar a otra fuente?
Sea como fuere, me ha encantado.
Salud/OS!

Anónimo dijo...

Me pregunto qué hubiera sucedido si en vez de Nerea se hubiera llamado Paca.

Anónimo dijo...

Y se me olvidaba: si en vez de empeñarte en arrastrar a las damas hasta el tálamo las llevaras suavemente, indudablemente tendrías más éxito. La brusquedad en estos asuntos no suele traer aparejado el éxito (a pesar de los mitos sobre el tema).

JOHNNY INGLE dijo...

Koti: Las mujeres bautizadas con el nombre de Paca están predestinadas a ingresar en una orden de clausura. Una nomenclatura tal impide toda aproximación del sexo contrario.
Hace tres años conocí a una chica y cuando me dijo que se llamaba Candelaria no lo pude evitar: era un obstáculo insalvable.
Respecto al "arrastrar", yo me refería a un arrastre psicológico, es decir, a una fatal inducción al pecado, que es como tirarse a un río y dejar que la corriente arrastre por uno.
De todas formas, las hay que desean ser no solo arrastradas, sino que además solicitan que les rasguen el vestido y todo lo que va por dentro (y eso si uno tiene suerte, porque a veces también solicitan ser azotadas). El mundo es grande, y las predisposiciones del ánimo diversas...

Sr. VANIA: Nadie puede beber dos veces de la misma fuente, porque aunque el chorro permanece, el agua ya no es la misma????

Saludos.

MILA dijo...

Me trae maravillosos recuerdos de espera desesperada de en mi aquel entonces novio y actual "marido". Siempre llegaba tarde, el jodío y me daba tiempo de ver el capítulo completo de los domingos de tarde-noche.

Si en cambio lo de viajar en barco lo encuentro lo menos erótico que se puede encontrar un hombre conmigo.
Es que es difícil sustraerse y concentrarse en algo placentero, mientras escuchas las arcadas de una mujer vomitando. Yo lo entiendo, la verdad.
Así pues me he decidido por los baños de los aviones. Mi Lemes que mide 1,82 lo tiene difícil, pero eso lo hace más, no sé....

Confiese, ¿cuántos barquitos hinchables ha comprado?

Zafferano dijo...

Qué maravilloso romance! Y todo gracias al Benchijigua Ejpres! Voy a poner una reclamación a Mr. Fred Olsen a ver por qué razón no hay unos azafatos de rodillas puntiagudas también para nosotras. Es que se hace discriminación hasta en el mar! Por eso uso Naviera Armas, es que hay unos estibadores...

Un beso grande

JOHNNY INGLE dijo...

No, Sra. Zafferano, sí que Fred Olsen tiene unos equivalentes azafatos. Lo que ocurre es que el viejo aramador no tiene criterio a la hora de elegir a los muchachos. Les permite que desayunen hamburguesas y los pobres están fondones. No cuidan sus zapatos, que habitualmente están estropeados y sucios. Y lo peor de todo es que les asigna oficios humillantes como pasar la fregona por los baños: de esa manera, ninguna dama que se aprecie los mira con ojitos de sartén.

Sra. Mila: Le juro que he mirado con codicia los barquitos hinchables, pero siempre me ha dado vergüenza comprarlos: la misma vergüenza que le daría a alguien de entrar en un Sex Shop a por un buen banano de plástico. Cuando miro los barquitos en el escaparate disimulo, y hago como que me interesan los relojes: jah!!

Respecto al sexo en los aviones... MMM, ya lo dice la canción: "love is in the air"

Besos

nüSh... dijo...

Le comunico, estimado Ingle,
que no pienso volver a comentar en ningun escrito en el que aparezca el nombre "Nerea"


Lo odio, y punto.

Inés Perada dijo...

Como cuento navideño está bien...jjajaja.

La señorita Nush está celosilla...


Salud.

Akroon dijo...

Sr. Ingle;

Si la azafata se hubiera llamado Ana, otro gallo hubiera cantado. Seguramente le habría mostrado todas las ventajas de la Clase Oro, con trípticos y folletos (sin E después de la T), pero solamente eso. Es probable que Ana ahora esté atendiendo una línea de venta por catálogo de casas para perros. Su cara, poco a poco pero de forma inexorable, se irá agriando.

Ninguna mujer con ojos sarteneros que se precien hubiera podido quedarse impertérrita ante semejante explosión de creatividad piropil. Usted sabe que las mujeres (o al menos algunas) tienen la oreja débil, y el truco es abrir una brecha.

Con el tema de la azafata me ha hecho pensar en dos de los trabajos que hice para pagarme la carrera: estuve ejerciendo de azafata pick&taste (que es un término que me acabo de inventar pero que queda de lo más 'in'), o sea, ofreciendo productos para probar a los clientes que por allí deambulaban. Allí no había 'Clase Oro', pero siempre podía ofrecerse una segunda copa o una segunda ración si se terciaba. De todos modos, la imaginación de los transeúntes dejaba mucho que desear. Seguramente las sartenes de Nerea eran antiadherentes y con placa difusora de calor, aunque creo que la causa fundamental es que mi puesto de trabajo no era un barco. Cosas del mar, qué le voy a contar.

JOHNNY INGLE dijo...

Arj!! No es cuestión de celos, Sra. Inés, es que la Sra. Nush ya me advirtió hace un par de meses que el nombre de Nerea envenenaba sus sueños, es decir, alegaba que carecía de sonoridad y elegancia, y me invitaba a sustituirlo por otro más propio.

En aquella ocasión decidí mantenerme testarudo y, en mi arrogancia, volví a incurrir en el pecado de nomenclatura.

Sin embargo, visto el disgusto y la amenaza de hacerme el vacío que realiza hoy por hoy mi Estrella Anunciadora, voy a obedecerla y a cerrar filas en torno a su veto senatorial. De hecho, ya ha sido sustituido el nombre de pila bautismal de la ínclita azafata, pasando a llamarse, a todos los efectos, ipso iure y erga omnes, GAUDENCIA DEL CARMEN, nombre que se me antoja asaz elegante y sonoro, como lo pretende y merece nuestra querida Nush M.D. Así lo dice y manda mi señoría.

Sra. AKROON: lo que dice de abrir una brecha en la oreja me inquieta. Nunca se me hubiera ocurrido: ¿De veras cree que se puede tener sexo a través de una brecha sangrante en el pabellón auditivo? ¿Acaso es una forma de llegarle al alma a la amada?

Puede añadir el anglicismo azafata pick & taste a su diccionario de vocablos Akroon, pues efectivamente existe el hueco y la necesidad de esa palabra para un mejor entendimiento de las pobres gentes de este país. Le confieso que siempre he menospreciado a las azafatas pick & taste, nunca me he dignado probarles un trocito de queso con olor a pies, o un chocolatito, o cafecito o yogurcito (jah, todvía me acuerdo de cuando las cuadrillas Actimel tomaron las calles de la ciudad). A esas azafatas, viles exponedoras de alimentos, las miro con displicencia, por encima del hombro (y mire que mi hombro es alto), y ya me pueden poner ojos sarteneros, que no hay nada que hacer conmigo.

¿Por qué tuvo que pagarse la carrera? ¿Es que sus padres no la criaron hasta el final del proceso?

Akroon dijo...

Sr. Ingle;

No tome el apunte sobre la brecha de forma literal. Visto así, se me antoja una práctica dolorosa. Tal y como Usted lo plantea, no sé si se puede llegar al alma, pero apostaría a que se llega al hospital. Pero, ya sabe, para gustos, los colores; que gente, hay de toda clase.

Tendré en cuenta su sugerencia acerca de añadir vocablo a mi diccionario, aunque no sé si da demasiado juego.

Me alegro enormemente de haber topado con Usted en pleno ejercicio de mi profesión. De otro modo, hubiera sufrido su displicencia y la altura de su hombro asomando una mirada de menosprecio. Me consuelo pensando que todo era en pro de un bien superior, y que esos sacrificios tenían su justiprecio en forma de asignaturas.

Respecto a su pregunta, le comento: tuve que pagarme la carrera porque no quería depender del dinero que me pagaran mis padres, porque quería ser independiente, porque no me criaron hasta el final (cuando consideré que estaba en un punto de engorde y crecimiento adecuado, opté que podía ir sola por mi propio pie al matadero), porque quería financiar mis gastos por mí misma, y finalmente porque mis padres tampoco eran asquerosamente ricos (y yo, soy considerada, qué le vamos a hacer).

También trabajé durante la carrera en un periódico de anuncios gratuitos, atendiendo las llamadas de los que pretendían vender las cosas más dispares, pero no me atrevo a describirlo…

Akroon dijo...

Sr. Ingle;

MUEVA EL CULO!!

nüSh... dijo...

es usted un cielo, señor Ingle


jajajajaja

JOHNNY INGLE dijo...

No la entiendo, Sra. Akroon: ¿Por qué mover el culo ahora? ¿Porque no le he replicado el comentario?

Jolín, si es por eso, pues está bueno el patio. De esa manera no tendré la oportunidad de alcanzar un culo celulítico, de tanto moverlo.
Yo una vez puse un anuncio en un periódico de anuncios gratis para vender dos cosas dispares. En concreto, se trataba de unos zapatos que compré en la tienda C & A , pero me di cuenta demasiado tarde de que eran de números distintos, y mis pies son los dos del mismo número, un 44. Así que los puse a la venta, la gente llamaba, preguntaba si estaban muy sudados, y yo les decía que no, que sin estrenar, pero en cuanto les explicaba lo de la disparidad colgaban sin la menor explicación... Hay que joderse, qué poco amable es la gente.

Yo no menosprecio el trabajo de azafata pick & Taste en sí, sino el hecho de que le atusen a uno y le casi obliguen a degustar o a comprar las fantas que a ellas les da la gana. Yo soy autónomo y no quiero que nadie me estorbe en mi elección cuando voy a un self service, que para eso lo es. Si fuera de otra opinión iría a una tienda de hetero-service.

Sra. Nush: No soy tan cielo, porque a veces le grito a la gente (si hay motivo, ojo), pero lo que sí es muy cierto es que me gusta y me relamo con los tocinitos del cielo. Por afinidad, por tanto, sí soy algo cielo.

No se ría tanto que se le resbala el bisturí...

Akroon dijo...

Sr. Ingle;

Ruego disculpe mi ímpetu, sin duda provocado por el estrés laboral al que estoy sometida... Espero que no me lo tenga en cuenta, que una mala tarde la tiene cualquiera.

... En cualquier caso, no era Usted merecedor de mi ira ni de nada que se le asemejara.

Reverencia.

JOHNNY INGLE dijo...

No. Nooooo. No haga eso.
No me pida disculpas. Que el rollo no es así. Que a los que somos del "clan" nos gusta que nos flagelen, disfrutamos con el dolor, que nos claven los tacones en el culo, etc. etc.

usted sabe a qué me refiero.
Si padece estrés laboral, lo mejor es tomar cafés repetidamente con un mismo compañero. De ahí siempre sale algo positivo.

Baje el ritmo, que es Navidad.

Sumisión.

Akroon dijo...

Dejo el chip como estaba y recupero el látigo... por un momento pensé que debía despedirme de él.

Para paliar el estrés laboral, tomaré cantidades ingentes de café, que siempre relaja, aunque no sé yo si mi colega querrá tanto café. Por cierto, ¿le gusta el café?

Bajaré el ritmo... son los otros los que no quieren que lo haga.

Latigazos y tacones.

JOHNNY INGLE dijo...

Si es con usted (el café) y lleva el segundo botón desabrochado, entonces me encanta el café.

Akroon dijo...

En tal caso, paga Usted la primera ronda, claro.

Inés Perada dijo...

Bien, bien.
Independientemente de que el nombre de Nerea le cause aprensión, está celosilla. ¿No se ha preguntado por qué no le gusta el bello nombre de Nerea? Porque siempre, las damas de sus post que le ponen, sexualmente hablando, a usted, se llaman así...quizá sea casualidad. Pero es usted un maduro muy atractivo y a las tiernas edades de la señorita Nush, eso marca...

Por cierto...¿usted es del clan de los obedientes o de los mandones? Sea de la parte que sea, cambiar el rol también es divertido...viva el juego.

Salud

JOHNNY INGLE dijo...

Habría que parecerse mucho a House M.D. o a Anthony Hoptkins para realmente hacer mella en la tierna edad de la Sra. Nush, afortunadamente ya mayor de edad.

Una fruta madura se cae del árbol, si esto es así, en mi madurez, corro cierto peligro de caerme de la escalera: espero caer en unos brazos confortables... MMM

El tener un único nombre para todos los personajes es muy cómodo y da mucho juego.
Al primero que vi hacerlo es a Javier Marías, en cuyas novelas, las mujeres que hacen de pareja del protagonista en primera persona, siempre se llaman LUISA.

¿El nombre de Luisa le pondrá a Javier Marías? ¿Una antigua novia?

Yo soy obediente cuando obedecer no me rebaja, es decir, siempre y cuando no se infrinja mi orgullo y la petición sea razonable y asumible. Mandón no creo que sea en ninguna circunstancia. Eso sí, si me dejo dominar por la ira, en medio de un arrebato, puedo resultar mandón instransigente.

Demonios, a lo peor soy "tibio", y ya lo dijo el Maestro, que los fríos y los calientes alcanzarán el paraíso, pero que los tibios se condenarán...

¿Y usted? Disfruta cumpliendo con el deber o prefiere impartir instrucciones desde un atril?

Anónimo dijo...

Feliz Navidad!

Besotes.

chuliMa dijo...

Creo que voy a tener pesadillas con el barquijojugeteconculo...jajaja

Besos navideños...(¿Que como son esos besos?) Pues con sabor a anis, del mono claro.
;-)

Inés Perada dijo...

Mi estimado Sr.Ingle: las situaciones son variadas y así deben ser los gustos, sobre todo para no caer en el angustioso tedio.

Hay ocasiones en que ser bien mandado es un placer y otras en que el placer lo constituye tener el poder.
Estoy de acuerdo con usted en que basta una imposición a destiempo para herir un orgullo y creo que no hablamos de eso.
Como siempre, la inteligencia va por delante...

Por cierto,la fruta madura es la más dulce y sabrosa de comer, no lo olvide.

Salud.

Zafferano dijo...

Por ahí están diciendo que es Navidad, yo ni miento ni desmiento...
Así que...

FELICES FIESTAS! Y un beso muy muy grande!

Peggy dijo...

Feliz Tiempo de Navidad ! ....

Tommy dijo...

Qué genial el Sr. Fred Olsen! Aún recuerdo cuando nuestras travesías de isla a isla iban de la mano del Sr. Armas.

Yo, por desgracia hace tiempo que dejé atrás la travesía marítima y me desplazo por aire, donde las azafatas son igual de rubias y guapas, pero que sólo puedes observar cuando te ofrecen un vasito de agua y unos manices dulces o salados. Ahora, leyendo este genial texto, me empezaré a plantear en qué medio de transporte haré mis próximos viajes a su isla.

Un saludo Johnny.

George Hazard dijo...

Mis viajes Madrid- Vitoria transcirrían en la compañía de autobuses continental.
Un día, emocionado, me dije: ¡Hala, no seas tacaño y vete en el VIP!
Creo que, por siete euros más, me dieron un café y una azafata malhumorada, que ni siquira era azafato.
¿Por qué no proliferan los azafatos?
¡Feliz Navidad!

Aristos dijo...

Sr. Ingle , me ha deslumbrado Ud. con el preciosismo de su piropo. prometo aprendérmelo de memoria a ver si hay suerte aunque sea en tierra firme.
Un saludo.

Burnout. dijo...

Si troya se conquistó por unas tetas, puedes vanagloriarte de haber conquistado es enorme plaza fuerte por unas piernas. Y ese piquito de oro.
Pendejo!
Es pura envidia de marido aburrido...
Ya sabes que "la infidelidad es cuando decides comer a la carta en vez del menú del dia en el insípido restaurante del matrimonio..."
Algún dia me hincharé de vieiras frescas,te lo juro.
Un saludo.

Akroon dijo...

Zzzzzzzzzzzzz.......

... Me va a obligar a desempolvar el látigo...