10 mayo 2006

¡A quemar vivos, que son herejes y cobardes!


La noticia de la incineración del Obispado ya no es actualidad. Pero algunos fuegos duran más que otros, o queman más que otros en la memoria. Ni perdono ni olvido, dijo no sé quién. A mí me dieron la noticia del inicio del fuego mientras estaba en una reunión oficial, y me aflojó de tal forma el diafragma y me entró una risa tonta que no pude disimular. Menudo cabrón, pensarán quienes lean. Pero no se confundan. Les explico mis razones.

El fuego purificador arrasó el cuartel general de la curia, y por menuda tontería: un sacerdote rozó con el vuelo de su falda una estufa y esparció la calentura por el entablado... La imagen del pasto de las llamas generó una avalancha de manifestaciones de piedad, de apoyo y de dolor. Alguna mujer lloró en la calle durante horas, superando la alergia que le producía la tea carbonizada. Se multiplicaron las promesas de donativos para reconstruir, una casa para su Ilustrísima, qué digo una casa, otro palacio. Un mandatario público puso broche de oro al "sentir popular" (se creyó en el deber de hacerlo) y manifestó: "No tengo más que lágrimas en los ojos y un profundo dolor en el corazón".

A mí me pasa también: no tengo más que lágrimas en los ojos y un profundo dolor en el corazón. Pero me reí cuando se quemó el obispado. Y no soy un cabrón. Jamás he prendido fuego a un ser humano vivo. Por eso digo que soy bueno. Mis lágrimas y mi dolor son por los cientos de seres humanos vivos que los representantes de la Iglesia Católica (no sé si llamarles vicarios de Cristo, como a ellos les gusta) quemaron en hogueras hace todavía pocos siglos. Pocos como para que se haya borrado de la memoria esa marranada. Ellos han pedido perdón por "los errores del pasado": jah, mientras sigan llamándolos "errores" y no marranadas yo no perdono a nadie. De todas formas, existen pecados imperdonables, como ellos predican: el pecado contra el Espíritu Santo, que para mí es el pecado contra la razón.

Hace cinco siglos los curas ordenaban quemar a seres humanos vivos por idioteces y cursiladas como, por ejemplo, afirmar que para "salvarse" basta con la contrición (arrepentimiento), y que no es necesario confesarse con un sacerdote. Ya ven, la rabia que les daba. Desde luego era un peligro que la gente dejara de ir a confesarse: ¿no mermaba eso la recaudación del cepillo? Pues nada. A la hoguera. Hoy en día, debido a la crisis energética, han dejado de quemar a gente viva, pero siguen ejerciendo su coacción, su presión intolerable, su arrogancia, allí donde pueden. No cesan de aplicar su fuerza al poder democrático y a la sociedad civil. Y continúan indemnes.

Los nazis también quemaron miles de cuerpos humanos, pero al menos los anestesiaban antes con gas mortal. Al menos sus víctimas no sintieron las cosquillas del fuego abrasador. La Inquisición quemaba personas vivas (no por herejes, dejaban de ser personas), y ante la visión del fuego y la carne achicharrada los curas calmaban su fe y se reafirmaban en sus creencias, con una sonrisa de ironía: esta misma clase de sonrisa es la que me aflojó el diafragma el día que me dieron la noticia de que, por fin, el fuego estaba devorando el Obispado. ¿Patrimonio Histórico? No. Menos patrimonio histórico que los centenares de bibliotecas que los curas han quemado a propósito a lo largo de siglos de represión de la cultura.

Los nazis son condenados unánimemente. Nadie tolera que una persona disfrazada de nazi, luciendo una cruz gamada, concurra a una fiesta de cumpleaños. Pregúntenle al desdichado Príncipe Harry. Sin embargo, miles de cristianos asisten a diario a lugares de pública concurrencia disfrazados con sus túnicas y sus cruces y nadie protesta. ¿Por qué se luce la cruz cristiana con tanto orgullo mientras se lanzan anatemas contra la esvástica? ¿Es que los muertos de la Iglesia cuentan menos que los del nazismo? A mí me inspira más compasión el Príncipe Harry que este otro señor de la túnica, el de la otra cruz. Seguro que la responsabilidad ante la humanidad y ante la historia de uno y de otro no son comparables.

En resumen: que el Obispado ardió, y que a pesar de lo que se leía en los periódicos, no todos los ciudadanos estaban prendidos de lágrimas y con el corazón dolorido, o por lo menos no por ese motivo. Ya es hora de que se permita que las voces discordantes con la Iglesia Católica puedan manifestarse libremente sin que "los otros" se retuerzan de rabia y preparen los fósforos y amontonen leña para la hoguera. Reírse del incendio del Obispado es una opción como otra cualquiera. Yo no me considero un cabrón. Tampoco quiero que se mueran los curas ni que se quemen. Jamás me producirá placer el espectáculo de un ser vivo (ni siquiera humano) ardiendo.
Como dijo GAMONEDA: "Antes ardió la verdad y ardió también mi pensamiento. Ahora mi pasión es la indiferencia".

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy una monja Terciaria:
Sólo quería decirle, Sr. Ingle, que me da mucha pena lo que piensa de nosotras, y que esta noche voy a rezar para que recupere la fe y logre salvarse (y no estamos en OT, jeje).
Dios con todos...

JOHNNY INGLE dijo...

Joder, ya empezamos:
Hay que ver cómo está el patio.

Sra. Terciaria:
A mí nunca me ha asustado el infierno. De hecho, pienso que si dentro de unos años comienza una glaciación, el único lugar calentito donde meterse va a ser el infierno.

Todos mentes libres...

. dijo...

Estimado Sr. Ingle:

No es usted un cabrón, qué va. Por si las moscas, le advierto de que yo no soy ningún Terciario, de hecho me consideran por ahí bastante primario, y tengo que decirle que también sentí en mis vísceras un revoloteo de alegría cuando supe de la noticia. "¿Con los curas dentro?", pregunté cuando me lo dijeron.

Por si no lo ha visto, ahí le mando el enlace del post que colgó en su blog mi admirado Ornitorrinco, cuando esta noticia era noticia: El Obispado y la Palabra

Poco más que decir.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo: la iglesia católica (en minúsculas adrede), debería ser juzgada y procesada por crímenes contra la humanidad, al igual que se hizo con el holocausto judío de los Nazis.

Y, de paso (ya que hablamos de judíos), también estos últimos, y los musulmanes, a ver si se acaban ya de una vez las malditas religiones y sectas.

Creo que el obispado ha recaudado ya 800.000 Euros para reconstruir el edificio que se cargaron. Entre Plasencia, Melchior y la greñuda de la alcaldesa, han empleado más dinero en devolver al obispo a la Calle San Agustín que en su obra social.

Por cierto, podríamos cambiar el nombre de la Calle San Agustín por "Santa Inquisición", en honor a los dos incendios relacionados con la iglesia que ya ha habido.

Y respecto al primero, que fue el que quemó la iglesia del convento, recuerdo que parte del dinero que se recaudó para reconstruirlo, al final lo dedicaron a hacer el monstruoso seminario de la Verdellada.

A ver si con el del obispado construyen una inmensa casa de putas, y así tienen donde trabajar los curas, políticos y demás sinvergüenzas que viven en Tenerife.

. dijo...

Estimado amigo anónimo;

Es usted injusto con las putas.

Ellas, al menos, son honradas.


Perfectos saludos.

Anónimo dijo...

Estimado "hereje Ingle"
Es probable que arda en el infierno...de modo que no se lleve abrigo...jejeje
un saludo