Ahora sí que a España no la reconoce ni la madre que la parió: lo de Felipe y Alfonsiño fue maquillaje comparado con lo que está haciendo ZP. Este individuo (del que unos dicen que es guapo y otros que se parece a Mr. Bean) está apostando por el doble o nada. Primero la armó gorda cuando sacó a los gays del armario y los plantó en el altar. Nadie creía que fuera posible eso, y menos en la España del aguilucho (del que todavía quedan algo más que plumas). Pero ZP lo hizo: sacó primero a los gays del armario y ahora ha sacado a los vehículos motorizados de nuestros montes. Esto ha tenido menos repercusión mediática, pero es una medida tan grave e igual de valiente.
Llevamos un par de décadas en las que los fabricantes de automóviles se han dedicado irresponsablemente a promocionar los todo terreno. La última moda es el Tuareg: la máxima aspiración del ejecutivo triunfador, el signo externo de su éxito. Es tan ancho, tan enorme, que parece un dinosaurio. Diseñado para terrenos agrestes, para llegar al fin del mundo... Sólo que ahora Zapatero ha expulsado a este monstruo del monte, y por tanto lo ha relegado a la ciudad. La pregunta es: ¿cómo va a convivir la nueva bestia con el resto de la ciudadanía? A algunos no les cabe en la cabeza que nadie quiera conducir un coche de ese tamaño. Yo quisiera tener uno: pero donde no me cabe es en el garaje.
¿Ustedes lo han visto bien? ¿Qué opinan de esa boca acerrojada? ¿No piensan que puede matar? A mí me parece la herramienta perfecta para aplastar ciclistas. Y hablo de esos pobres diablos, que andan desprevenidos por las estrechas calles laguneras, entregados al baldío ejercicio del pedaleo (que ellos creen beneficioso para la salud, cuando en realidad les está dejando impotentes: lo ha dicho Lorena Verdún, palabra del niño Jesús). Estos ciclistas (que no contribuyen a preservar el ecosistema, puesto que están rodando en balde y, además, estorban y ralentizan a los coches) constituyen la víctima propiciatoria del Tuareg. Es guerra desigual, pero guerra legítima, al fin y al cabo. El todo terreno, expulsado del monte, debe abrirse paso en la gran ciudad: y nada mejor para empezar que podar algunas ramas: deshacerse de unos cuantos muslos depilados...
Miren ese pobre hombre de la foto, doblegado por un humilde Ford Escort de color blanco. ¿Qué podemos decir de él? Es un eslabón más de la selección natural: cuatro ruedas se imponen a dos ruedas. Fíjense qué desvalido. ¿Quién podría ser? La epidemia es democrática y puede con todos: ancianas, niños, geógrafos en general... Afortunadamente, este de la foto podrá levantarse: la mordedura de un Escort no es mortal. Sin embargo, la amenaza sigue ahí, podemos verla a diario, en la carretera: decenas de Tuaregs, centenares, cada vez más abundantes, impacientes. Cuentan que en la ficha técnica de estos vehículos, en el apartado de "especificaciones" pone algo así como "LICENCIA PARA MATAR". Ya saben quién será la próxima víctima.
3 comentarios:
Mi muy estimado Sr. Ingle:
Por una vez, y sin que sirva de excitante, estoy de acuerdo con usted. Comparto absolutamente todas sus opiniones sobre el Touareg.
Me parece un vehículo abominable: ver uno de ellos circulando por La Laguna es como ver a una ballena deforme dentro de una bañera.
Con respecto a los ciclistas, la expulsión de los Touareg de los montes llega en el momento ideal porque, como ya sabrá, el Ayuntamiento de La Laguna prepara un plan diabólico para echar a los ciclistas a las ruedas de cualquier Touareg, o Escort, o lo que mierdas sea: en un par de meses los ciclistas serán exiliados de las vías peatonales de la ciudad, por lo que tendrán que compartir las calles con toda clase de ballenas rodantes.
Además, será preceptivo que lleven casco y chaleco, como lo lee, para que si el conductor del coche está despistado no se le escape aplastar o, morder, como usted bien dice, al insolente ciclista.
Estimado señor Ingle: respecto del contenido de su artículo, en ocasiones acertado, en ocasiones no tanto,creo que eshora de que se rompa una lanza en favor de los "depilados de piernas": de no cumplirse sus vaticinios (¿deseos quiméricos?) sobre el desarrollo del hidrógeno como energía, me lo veo con la pantorrilla rasurada, quien sabe si depilada a la cera fría, y con sillín de gel entre las piernas, caminito del trabajo. Los Tuareg se convertirán en fósiles, quien sabe si algún día en combustible del mismo nombre...
Estoy de acuerdo: en breve todos los propietarios que tengan coches de gran consumo, como el mamotreto este, tendrán que cambiarlos, por el excesivo precio del petróleo.
Y, al final, saldremos ganando los que tenemos un burrito, y lo usamos para recorrer distancias cortas, entre las risas y falta de respeto de los conductores de bañeras con ballenas...
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