29 octubre 2006

Más bruto que un camionero

En el antiguo servicio militar obligatorio no había soldados valientes y cobardes, sino listillos y bobos solemnes (adjetivo inteligente de Rajoy). El listo se escaqueaba, mientras el idiota “chupaba”. A mí me tocó chupar. Fui tonto del nabo al declarar que tenía carnet de conducir. Tú, como eres abogado, vas a ir destinado al Tribunal Militar. Pero en lugar de entregarme un Código de Justicia me pusieron al mando de un viejo 127 negro, el coche oficial del coronel. Así que era un abogado que hacía de chófer y de camarero. Tenía que llevar todos los días las tacitas de café a los comandantes y tenientes, a la vista de los que paseaban por la calle. Las niñas preadolescentes se reían de mí. Defender la bandera con tacitas de porcelana no parece de recibo.

Lo único bueno es que el Ejército me dio la oportunidad de sacar el permiso de conducir para camiones, y lo aprobé. Cuando me licenciaron y me enfrenté de nuevo al mercado de trabajo, la cosa estaba tan mal que, como llevaba varios meses muerto de asco (y de hambre) presenté el currículum a una empresa transportista (ocultando que era abogado) y me dieron el empleo.

A fuerza del trato con mis compañeros, se me empezaron a pegar los usos y costumbres del gremio: los eructos con sabor a ajo, los escupitajos verdes en el suelo de los bares, subí algunos kilos y le cogí aprecio al aroma de la axila. También me volví perezoso para la ducha y, en fin, estuve en peligro de acabar en el matadero: por cerdo. Y eso en apenas dos meses, que fue lo que me duró el empleo.

De mi etapa de camionero tengo una anécdota, que no me canso de contar y que he publicado escrita (para mi escarnio) en más de una revista de escaso pedigrí. La historia es ésta:

Después de tomar el desayuno en la cafetería de costumbre, cogí de nuevo el camión y enfilé la carretera. A los dos kilómetros empecé a escuchar los ruidos, como si algo se moviera en el interior de la cabina. “Algún panel suelto”, pensé.
No volví a prestar atención al asunto hasta que pasados unos cuantos enlaces se produjo un trajín más fuerte a mis espaldas. Era peligroso descorrer la cortina, porque hubiera perdido la visión de la carretera, pero lejos de imaginarme algo malo me puse a recordar aquella película que habían puesto hacía poco en la tele. Un camionero paraba en un bar y, al reemprender el camino, se encontraba con la grata sorpresa de que la joven camarera –que no debía de tener más de dieciséis años y estaba buenísima– se había fugado escondiéndose en la cabina. Como era de suponer, una fogosa aventura de amor y sexo surgía entre el protagonista y la chica.

Con esta historia en la mente, la fantasía se fue apoderando de los siguientes tramos de la carretera. Los ruiditos de la cabina se convirtieron en los voluptuosos estiramientos del cuerpo de una dulce muñequita, que seguramente me sería entregado como premio cuando hiciera la próxima parada, para descansar en un motel.
Cuando ya habían transcurrido varias horas, en las que mi supuesta amante se fue transfigurando sucesivamente de rubia a morena, de morena a pelirroja, y de pelirroja a mulata, empecé a dudar de mi suerte. “Esas cosas sólo pasan en las películas”, pensé. A pesar de todo, mi excitación había crecido tanto que me juré que no me importaría la apariencia de quien se hubiera encerrado dentro de la cabina: aunque fuera una señora madura y gorda, tendría que pagar en carne el precio del transporte.

En los últimos kilómetros antes de la parada me preparé para recibir el premio. Los ruidos eran cada vez más insistentes. “La pobre debe de tener ganas de ir al baño”, pensé. Pero la explanada del parking estaba allí. Estacioné el camión con impaciencia y, ya con el motor apagado, descorrí la cortinilla de la cabina. Un perrito callejero me miró asustado y con ojos lastimosos. Habían sido mis compañeros, seguro, bromas como ésta solían gastarlas a menudo.

El caso es que el mal ya estaba hecho. Aquello no podía terminar así, llevaba ocho horas al volante torturándome con las más calenturientas fantasías, de modo que le devolví al animal la mirada lastimosa y le dije: “Lo siento, perrito, hoy no es tu día...” Luego fui a la recepción del motel y pedí una habitación con cama de matrimonio.

PS: Como satisfacción de la demanda de Rita Peich en el post anterior, y como prueba irrebatible contra Valeria de que el color butano sí es una buena idea para los gallumbos, aquí les presento esta foto que podría titularse “Alcampo también da vida a tu entrepierna”. La microfibra es perfecta. Quien la haya probado no querrá volver al algodón…

33 comentarios:

Unknown dijo...

Pues siento disentir, pero estoy con Valeria: el color butano me parece horroroso para la ropa interior. Es verdad que en estas cosas es más importante la comodidad que otra cosa, y por eso entiendo perfectamente que prefieras este modelo que los otros más holgados. Pero el lucir el color butano no te va a proporcionar un extra de comodidad, así que no entiendo las ventajas de llevarlo. Me encantaría conocerlas, si es que existen.

En cuanto a tu aventura de camionero, el hecho de que dieras por cierta la posibilidad de que una chica se hubiera escondido en la cabina del camión significa que estabas muy convencido de tu atractivo ¿no? En ese caso, creo que tus lectoras hubiéramos agradecido más una foto tuya en esa época que la de tu multicolor ropa interior. ¡Qué lástima!

Anónimo dijo...

Johnny, ¿tú camionero? Eso sí que no me lo imagino, encima dejarte contagiar por las guarradas del gremio, que por otro lado supongo que habrá camioneros limpios y aseados, no creo yo que todos se dediquen a escupir al suelo. Aunque, ahora que recuerdo, una vez escuché en "hablar por hablar" la historia de un camionero que veía a su novia una vez a la semana y no la dejaba ducharse en todo ese tiempo porque le gustaba que oliera mal.

¿Y lo de la chica en el camión? ¿No verás demasiado porno? Claro que no habría estado nada mal, pero imaginar eso es mucho imaginar.

Por lo demás, como siempre, post escrito con maestría, divertido y entretenido, como siempre.
Con toda mi admiración,
George

Anónimo dijo...

¡Ah! Estoy completamente con Johnny en el tema de los slips. Es verdad que la microfibra es lo más cómodo. Los gayumbos sueltos son incomodísimos, te la notas todo el día moviéndose, lo que origina extrañas erecciones.
Y a mí los boxer no me gustan porque las patas se me remangan y tengo que estar todo el día recolocándolos.
Un slip que no apriete demasiado pero que sujete es lo mejor. Lo de los colores ya es cuestión de gustos.

Rita Peich dijo...

Juanito, me halaga usted con la foto ... si hubiera sabido que accedería usted a complacerme, quizás hubiera pedido una foto algo diferente, jejeje

No, en serio, que abogo por la comodidad. Quizás no necesariamente de color naranja (como mi cuarto de estar) pero no tiene por qué ser siempre blanco, negro o gris; un poque de color de vez en cuando está muy bien

Respecto a lo del perrillo ... sin comentarios (espero que de verdad no duraras mucho de camionero, más que nada por el respeto de los derechos hacia el mundo animal)

Bueno como siempre, besitos!

Anónimo dijo...

Sobre el tema de los zolcilloncas ya he dicho.

En cuanto al perrito mi duda es: ¿disfrutaron ambos de su mutua compañía? ¿se alejó el perrito caminando en sus cuatro patas hacia el horizonte mientras el sol asomaba? Me quedan dudas sobre la continuación de la historia.

Y otra duda más: ¿la microfibra no da calor en verano? ¿No hace picar la piel? Soy pretenciosa, nada mejor que el algodón para mí.

RUFUS dijo...

Si que posteas con frecuencia últimamente. ¿Quién te va a seguir el ritmo en el desfile? ¿es eso legal?
La historia del perrito es… inquietante.
No voy a hacer un juicio de valor sobre el abuso que sistemáticamente ejerce el fuerte de turno al débil a tiempo completo pero cuando uno a estado fantaseando con mujeres de todo tipo y condición no parece que se pueda vacunar el desengaño de su NO existencia follandose a un perro callejero. Vamos, la inteligencia humana ha tenido otros episodios donde poder manifestarse.

PD: en cuanto al tema del tema. Creo que los Boxer tendrían que ser obligatorios por motivos de estética, ética y etiqueta. Cualquier otra alternativa me parece una desfachatez y a la falta de perspectiva relativista.

Salut

JOHNNY INGLE dijo...

Sr. RUFUS: Me alegra saberle vivo y comentando (y espero que posteando). Para usted no sólo es legal, sino obligatorio, seguir vivo en la blogosfera: Como dice el refrán LA NOBLEZA OBLIGA.
Yo sigo a mi ritmo, posteando una vez por semana, como los matrimonios clásicos. Es cierto que esta semana hay dos "colgadas", y la razón es que el primer tema resultó demasiado serio y me obligué a volver a la entrepierna (a pesar de la presión de un sector crítico que se siente escandalizado), porque al público hay que darle carnaza, que es lo que desea. En materia de gallumbos, no valen argumentaciones trascendentes: es el pajarito quien, con su capricho, decide. Y punto.

MARI EDUCADITA: La historia del perro debe interrumpirse justo en el momento de la reserva de la habitación. Como en las películas de otra época, en las que se oscurecía la pantalla cuando el galán y la galana se besaban y empezaba a entrarles calorcillo como estufa de gas... La microfibra no pica, ni de calor en verano: bueno, eso también depente del "acaloramiento" que tenga cada persona en sálvese la parte del cuerpo. Pero te doy la razón: para una persona educadita el algodón está bien. La microfibra es para rufianes.

KOTI: Yo no estaba convencido de mi atractivo (aunque el rugido del camión te hace creerte que eres todopoderoso y valeroso y...), pero en la película la chica se esconde en el camión para conseguir medio de transporte. El móvil de la chica sería no ligar, sino transportarse. Pero como la ocasión la pintan blanca (o naranja), hummm.

Salduos a todos.

RITA: Yo doy todo lo que se me pide, con el límite de la moral y las buenas costumbres, y de lo que sea constitutivo de delito o sea ilegal. Lo de los colores se trata, efectivametne, de una cuestión de aburrimiento. Durante una temporada yo sólo disponía de gallumbos de dos clases: grisis y blancos. Sin darme cuenta caí en una apatía, en una flojera del ánimo, que me llevé a mí mismo al médico y al examinarme y explorarme sin ropa él mismo se dio cuenta y me recetó: SR. INGLE, USE USTED UNA VEZ A LA SEMANA GALLUMBOS DE COLOR BUTANO. NOTARÁ MEJORÍAS.

GEORGE: Cierto lo que dices de los boxers ajustados (y de los no ajustados): cualquiera que se los haya puesto se habrá dado cuenta con sorpresa de que las patas se remangan y a uno le dan ganas de meter la mano y rajarlos de un tirón, para que no molesten. La historia de la chica en la cabina, como muy bien dice el relato, la vi en una película. Se trata de CACHITO, basada en una novela corta de Arturo Pérez Reverte. Busco Cachito en Google y verás.

Este es el argumento: "Tras morir su abuela, la niña Toñi parte en busca de su madre de la que tiene pocas referencias: una vieja carta y una dirección de un hotel llamado “Paraíso”. En el camino, Toñi conoce a Manolo, un rudo camionero que se presta a ayudarla y que la lleva a su destino. Sin embargo, el hotel en cuestión resulta ser un club de carretera y su dueño, Rafael, ve en la joven una mina de oro."

Como puedes ver, ahí se habla de rudo camionero. Yo no me invento nada. Los clichés son los clichés. Ahora sólo me falta que aparezca por aquí un camionero auténtico y proteste, como me pasó meses atrás con un quiosquero que además era blogger.

Carla de La lá dijo...

Una imagen terrorífica, y muy adecuada para estas fechas.

Anónimo dijo...

No entendí.

¿Le diste besitos al perrito y no te animaste a contarlo? ¡Pero si eso es tierno!

Ya veo por qué soy educadita. ¿Si uso microfibra me pondré rufiana/rufianosca/rufianosa? Qué intriga. Tal vez pruebe para ver qué se siente ser rufrianeso.

Saluditos

sulfur dijo...

Sr.Ingle,

Me desmonta ud. los tópicos. Siempre pensé que en los camiones que ud. describe, la cortina oculta un catre rígido y sucio, vamos: una pulguera. En ella se puede hacer de todo, incluso dormir. Sin embargo ud. decide ir a un motel con el animalillo, quiero decir, con el cuadrúpedo. Será que es ud. un romántico donde los haya ???.

Por cierto, a servidor en el ejército español le dieron el antiguo A2, después de rigurosas prácticas en una vespa verde ejército. Se me tendría que haber ocurrido ser pizzero o mensajero, cachis la mar !!!

sul.

Anónimo dijo...

Iba a decir una burrada al respecto del perro, tú, y una cama de hotel ... pero creo que no seria politicamente correcto y mucho menos entendible la ironia que llevaria de carga el comentario.

Asi que... que bonita foto!!!! jajaja

1beso

. dijo...

Sr. Ingle;

Vaya. Llevo todos estos años sospechándolo, pero por fin descubro que fue Usted el que le hizo eso a mi pobre perro.

Por otra parte, yo prefiero el algodón, siempre el algodón. Y le recuerdo que donde Usted vive el butano viene en botellas grises.

Perfectos Saludos.

Anónimo dijo...

El butano en las islas será gris... pero después de una noche de pasión con un can todo se vuelve mucho más bonito. Naranja, por ejemplo.

Valeria dijo...

Vaaale, acepto el naranja como color animoso. (seguro que te costó encontrar la foto con él en primer plano).
Lo que es imperdonable es que en tan poco tiempo, adquirieras unos hábitos tan vulgares (eruptar, escupir, huir de la ducha diaria).
Casi mejor agradezco haberte descubierto una vez terminada esa etapa y que la pantalla filtre todo.
Lo del perro... él no imaginaba que su escondite le llevara a consecuencias tan....cariñosas?, jajajaja. Animalito!!!
Un beso, Johnny.

JOHNNY INGLE dijo...

VALERIA, VALERIA: Mujer desconfiada y de poca fe: ¿qué es eso de que "me costó encontrar" la foto con el naranja en primer plano? ¿Acaso sugieres que no es una foto original? Yo no iba a engañar a Rita Peich de ese modo grosero. La foto es real, la composición la fabriqué yo con mi propio material y la imagen fue captada con una discreta Sony de 6 megapixeles, herramienda indispensable para un blogger moderno. ¡Los gallumbos están todos en mi semanario, criatura! Y el naranja en una esquina destacada. Es más, me gustan tanto que tengo dos iguales. Y más aún, el día de difuntos me los pondré!! ¿Acaso te crees también que no fui camionero y que me pasó lo del perrito? AAAhhh. La fe de la gente anda de capa caída.

Sres. amrs y Mantel: la botella del butano en las islas es de color aluminio, pero el símbolo universal del butano sigue siendo un rombo naranja-butano. Sr. mantel: estoy convencido de que usted no ha probado la microfibra. Si probara cambiaría sus hábitos de consumo de gallumbos.

Mordandis: me pongo rojo sólo de pensar en esa burrada de la que se arrepintió...

Sr. Sulfur: Romantico y pequeño cerdo son los dos adjetivos que mejor me convienen.

Mari-Educadita: prueba una hoja de parra de microfibra y luego me cuentas las sensaciones (y el animal que se te dio por perseguir).

Querida FALINDA: Perdón por aterrarte. Otro día me acercaré al museo militar, a ver si tienen expuestos calzoncillos de muselina blanca de media pata de los generales de la Guerra Civil, con sus heridas de bala sangrantes y todo. Eso hará tus delicias. Ya sé que el estilo para ti resulta imprescindible, y que todo lo demás es descoyuntarte de pánico. Un abrazo y, repito, perdóname por ser vulgar a tus ojos.

Carla de La lá dijo...

jajajaja

Anónimo dijo...

Quedamos así. Usaré la hoja de planta de microfibra y te cuento qué resulta.

Pusha dijo...

Pues que polémica con el butano, mocrofibras y Alcampo, ahora sí me costó un poco de trabajo entender de que demonios hablaban (ya hasta temo preguntar, mejor ahí la dejamos).

Mr. Ingle, espero que como en las películas de antaño, ud. y el perrito hayan tenido un final de eterna felicidad, lo que me sorprende realmente y quisiera preguntarle es: que oficio no ha ejercido aún??? de un feliz niño pobre a administrador, ovejero, hacedor de quesos, profesor, soldado, chofer, camarero, camionero... alguna vez ha intentado ser stripper??? con esos calzoncitos de la foto, seguro que arrancará pasiones!!!

Saludos!

Dave Aiman dijo...

ARRIBA EL NARANJA BUTANO QUE YO TENGO UNOS Y EN BOXER DE FIBRA...CONTRARIEDAD FRENTE A TODOS...
LA HISTORIA ANIMADA Y CON FINAL DIVERTIDO JAJAJA....
BSS

Anónimo dijo...

Pues al final va a resultar que la mayor parte de los hombres tenemos un calzoncillo color butano. ¡Ja, ja! No entiendo tanto revuelo entre las féminas. ¿No será que os gusta pero sois incapaces de reconocerlo?

Pusha dijo...

Ahora que recuerdo, el Perro (mi chavo) tiene unos boxers color naranja "butano" con caricaturas de ovejitas trasquiladas... very hot...

Valeria dijo...

Joé, Johnny, que te creo, palabra!
Estoy por comprarme lencería naranja, incluso...
Y creo que fuiste camionero, y que adoras a los perros...( juas!)
No pensé que me interpretases así.
No estaba en mi intención parecer incrédula. Ya está.
Un saludo, Johnny
PD: entono el mea culpa, y admito que el naranja es un color perfecto que, al parecer, os encanta a varios.

JOHNNY INGLE dijo...

Pusha: Me considero un stripper pasivo: Del mismo modo que prefiero ser amante, antes que amado, también prefiero mirar a ser mirado... Que usted se lo pase bien con su perro y sus boxers naranja y sus ovejitas trasquiladas: perros, naranjas y ovejas son elementos esenciales de mi universo blogueriano.

Por supuesto, George, eso es lo que pasa, que no lo quieren reconocer pero que arden en fantasías de camioneros envueltos en slips de color butano... En fin, estoy seguro de que si investigas un poco... Si un día visitas la casa de Falinda (que tendrá decorada de un maduro color beige) acércate a la solana y descubrirás un sonoro y llamativo slip color butano con una inscripción en el elástico que podría decir: MI MÉDICO.

Valeria: ahora soy el que no te cree. Para poder creerte que un día te comprarás lencería naranja, deberás abandonar el deporte, quiero decir, ejem, deberás colgar un post con una foto en la que unos brazos peludos acaricien tus témporas incendiadas de butano.

Creo que la preferencia de las féminas por los boxers discretos está influenciada por las exigencias del guión, quiero decir, del cine. A los actores, en las escenas íntimas, no les dejan salir en slips, porque quedarían muy ridículos sus minúsculos paquetitos (algunos, cuando por hache o be si les permiten los slips, se ponen unos rellenos infames). Les visten esos boxers larguiruchos, con un dibujo decente, y así la cosa queda mucho más pudorosa y decente. La prueba está en que a veces les ponen esos gallumbos blancos de algodón, de dos tallas más grandes que las que llevarían, con esos costurones inmensos. Esos gallumbos hace décadas que dejaron de venderse. Sin embargo en el cine nos hacen creer que todavía se llevan.

Esta noche me tocaron al timbre unos pequeñuelos idiotas: ¿Trato o truco? Almendruco, les dije yo, o la dieta del cucurucho.

Anónimo dijo...

La dieta del cucurucho?

Anónimo dijo...

Quedé rara al probar la microfibra, quedé color butano y con aspecto de... (lo del comentario anterior es mío)

JOHNNY INGLE dijo...

¿De verdad has probado?

¡Qué susto me diste con eso de ser espacial color butano! Creí que había engendrado un nuevo Troll. Vivo aterrado porque me nazca un nuevo Troll...
La dieta del cucurucho? Comer poco y follar mucho...

Oye, Mari educadita: Se me ha ocurrido de repente que tú debes proponerme un tema, un asunto vital, una frase, una palabra, y yo me las tendré que arreglar para escribir mi próximo Post sin salirme de la cuestión. Es un reto. Probablemente ningún blogger ha actuado nunca tan a pedir de boca y a democracia pelada. ¿Aceptas el reto? ¿Qué historia debo contar? ¿Tiene que ser picante?

Anónimo dijo...

Bueno, confieso: no sé bien qué es la "microfibra". Si es una tela suavecita de algodón con mezcla de diosabequé sí la he probado. Pero no en la ropa interior, por dios! En un vestido y una falda: comodísimos ambos y frescos.

Tranquilo que no soy un troll. Ni una trola (buscá un diccionario lunfardo en todo caso, estoy perezosa para traducir) aunque sospecho que te gustaría que fuera trola pero no lo soy.

No sé qué es lo que te hace sentir o pensar que actúo como una comentarista ideal... pero bue, si vos lo decís será...

En cuanto al desafío me parece buenísimo! Sólo una condición, que uses la frase dando rienda suelta a tu imaginación. Ya suficiente límite es ese para mi gusto. La frase:

"Y los camellos nadaban debajo de las fuentes". A ver qué sale.

No me parece justo no hacer yo lo mismo: un poste con una frase, idea o palabra que propongas. Ya veremos cómo se arregla eso.

Este comentario quedó largo como poste.

Anónimo dijo...

Quiero decir: Mari Educadita

JOHNNY INGLE dijo...

JOOOOO, qué castigadora eres! ¡Y los camellos nadaban debajo de las fuentes! Me usas dos sustantivos polisemánticos, como camello y fuente, y luego hay una preposición paradójica: ¿debajo? de las fuentes? ¡En menudo jardín me he metido! Pero un reto es un reto. En fin, comienza la computación. En estos momentos son las 00.13 del día de Todos los Santos. Que los dioses se apiaden de mi...

Anónimo dijo...

sustantivos polisemánticos????
preposición paradojica?
Uff

"un pájaro azul cantaba en el roble" y listo

Dave Aiman dijo...

estimado Johnny,
Como bien a dicho usted soy del club de la entrepierna, cosa que no m disgusta y respecto a mi blog, no es de Moda, sino Sobre lo que a mi me sale(no lo digo en plan arrogante),que un diae s música, otro dia son fotos de mi People o simplemente pequeños textos...
Bss

Mari dijo...

Pero acá seguro que son pocos los que miran, ya leyeron el poste, así que puedo poner el enlace, no?

Anónimo dijo...

¿Era polisémico nuestro caudillo FF? ¿Usaba el sable para cortar salchichas? ¿Visitaba una hamburguesería de incógnito?

Tales interrogantes son típicas de los camioneros lesbianos.