08 noviembre 2006

Dignidad para la abuela



Cuando le llamaron se encontraba en el trabajo y le dieron el recado, era su padre, que viniese cuantos antes. Llegó todo amarillo, aparcó su viejo utilitario en una esquinita ridícula que alguien había dejado libre y subió a la segunda planta del edificio. Nunca había estado en el depósito, se perdió al principio, le pareció sucio, demasiado frío. Su padre y otros familiares aguardaban en la sala de espera. Se abrazaron. Sintió caer sobre la solapa de su chaqueta algunas lágrimas falsas. No comprendía muy bien cómo aquella anciana a la que durante su vida trataron peor que al gato (incluso le habían roto una cadera aposta), ahora, por el solo hecho de haber muerto, quedaba convertida en una santa cuyas virtudes no paraban de ensalzar.

Enseguida llegó el encargado y les dijo que podían pasar a reconocer el cadáver. No tenía malditas ganas de pasar por ese trámite, había desayunado media hora antes, su buen bocadillo de mortadela, lo soltaría todo, echaría las tripas, los muertos le daban asco, su abuela estaría arrugada y cubierta de escarcha, así la imaginaba, como la carne de congelador que su madre compraba para los domingos, carne de colita.

El espectáculo fue más crudo de lo que esperaba. El operario sacó el estante corredero y allí apareció, madre del cielo, aquella masa informe, sanguinolenta, un revuelto de sesos, qué asco, no era más que una tortilla, un sombrero aplastado, qué cosa, en el nombre de Dios, le había pasado a la abuela, parecía una hamburguesa, carne molida, picador Braun un dos tres, se le ocurrió. Tan sólo estaba entero el cráneo, agrietado pero indiviso, y lo más curioso... ¿qué diablos era aquello?, un agujero limpio, el hueso trepanado, un túnel de milimétrica precisión en la masa encefálica, aquel hueco de bala de gran calibre.

Cuando le explicaron cómo había ocurrido el accidente no se lo quiso creer, vaya muerte tan repugnante, él siempre había querido para su abuela un final digno, sin sufrimiento. Pobre abuela, pensó con rabia.

Sin dudarlo se desplazó al lugar del siniestro, reclamaría contra la empresa, la contrata que estaba haciendo las obras de la autopista, los fundiría a pleitos si hacía falta. Esos tenían dinero de sobra y les daría igual, pero él debía redimir el honor de la abuela.

Se paró sobre el arcén, las obras seguían en marcha, nada había pasado, él las veía todos los días mientras cruzaba el desesperante atasco del desvío que se habían inventado para poder excavar el túnel. Las palas y los camiones abrían pasadizos igual que topos, horadaban piedra muy dura. Entonces sufrió un espasmo, vio la enorme máquina amarilla, la retroexcavadora con su diente afilado, el agudo martillo para romper la piedra. ¿Por qué tendría la abuela la manía de salir a pasear por ese lugar tan peligroso? Pero no, ahora comprendía otra cosa, vio el letrero que destacaba en blanco sobre el fondo negro del brazo articulado de la máquina, la palabra VOLVO, en mayúscula, la palabra mágica, él siempre había sido un admirador de Volvo, un enamorado, había pasado horas y horas de su infancia contemplando los coches en el escaparate, y ahora comprendía que su abuela había tenido una muerte de lo más honrosa.

Se despidió de ella con el corazón en paz, la imaginó paseando por el carril de peatones, acercándose inocente al socavón. Vio elevarse el brazo articulado del martillo con la palabra Volvo en el lateral, vio la aguda punta de acero alzarse majestuosa en el aire, caer en picado sobre el moño recogido de su abuela, traspasar el cráneo limpiamente, dejarla hecha un orinal, un sombrero aplastado, con el agujero preciso de la herramienta. Una muerte de lo más digna, lloró emocionado.

21 comentarios:

Rita Peich dijo...

Madre mia, qué mal cuerpo se me ha quedado justamente antes de irme a la cama ... bufff

princesa del vértigo dijo...

Siempre me encántó el gore.

Es cierto que no es igual morir bajo un VOLVO que bajo un seiscientos. Yo prefiero BMW, pero creo que para la gravedad de una persona mayor es más adecuado uno con más cuerpo y peso.

Anónimo dijo...

Yo es que siempre pensé que necesitaría un psiquiatra...

Sí, creo que debo necesitar un psiquiatra, porque me he descostillado de risa con este poste. O un costillador que me ponga las costillas en su lugar, eso sería mejor y menos traumático, me parece.

Me extenderé: hoy justamente le decía a mi hija que las personas tenemos una costumbre que no definiré (para no poner malas palabras, soy muy educadita): podemos insultar y hablar mal de cualquier vecino, pero si está muerto se nos ocurre recitar todas las virtudes que le vemos, y si no se las vemos se las inventamos.

Y después me digo que necesito un psiquiatra por reirme de un escrito...

Frase y dos palabras. Bien.

"La flor comenzó a arder" "meteorito" "peregrino"

El surrealismo se te da muy bien, te lo puse fácil.

=)
Saludos!

nüSh... dijo...

Me ha recordado al libro "Asfixia", de Chuck Palahniuk...

Unknown dijo...

No tengo la menor afición por los coches, no les veo belleza por ninguna parte, de forma que no puedo entender ni compartir la última frase.

Otra cosa es que a la abuela le hubiera caído encima el David de Miguel Ángel, o la cúpula de la catedral de Florencia. Incluso si la hubiera aplastado una de las chimeneas de La Pedrera.

JOHNNY INGLE dijo...

RITA: Eso no me lo creo, que se te quedara "mal cuerpo". Seguro que te fuiste a la cama con el mismo cuerpo bonito de todas las noches...

PRINCESA DEL v: Me alegra que a ti no se te pusiera mal cuerpo. BMW? MMM: Recuerda que "water can crash or it can fload. Be water, muy friend: ¿Te gusta conducir?

Mary Educadita: Si una persona se esfuerza en ser educada jamás pensará nadie que está loca. Puede estarlo, pero se disimula. Tomo nota de las frases y las palabras. El material que has elegido invita a una producción mística: pero, te advierto, NO ESPERES ESO DE MÍ. Será más "cool"...

Nush: Pues no conozco ese libro de Asfixia. Pero si otras personas se están ocupando también de las abuelas, pues me quedo más tranquilo...

KOTI: Comparto contigo que las esculturas y los componentes arquitectónicos pueden resultar a ojo de pájaro infinitamente más bellos. Sin embargo, yo lo he intentado: hace años me encargué una réplica del David de Miguel Ángel y me subí en ella y la arreé para que me llevara al trabajo. Sin embargo no conseguí que se moviera un pelo. Desde entonces uso un coche medianamente hermoso.

Salduos y que nadie más se me deprima. Condió (como dice Barbi-funcionaria)

Valeria dijo...

La abuela taladrada y todo salpicado...
Dios que escalofrío!

Anónimo dijo...

No espero nada místico de vos! Sólo leer lo que te sale de adentro!

Meteorito me suena a geología. Peregrino me suena a pájaro. Que la flor se incendie me suena a que los bomberos llegaron tarde! Místico? Mmmm...

La frase que habías elegido para mi relato "al tercer día comenzaron los picores" podría pensarse como invitación a un relato cómico erótico. Esperabas eso de mí? Me equivoco o esperabas a ver qué salía, simplemente?

Saludos!

JOHNNY INGLE dijo...

Los bomberos, mmm. Con eso no contaba, pero parece un aditivo explosivo. A mí el peregrino me sonó a monje, y el incendio de la flor lo inerpreté como fuego místico.

Pues sí, jaja, efectivamente, lo de los picores al tercer día siempre lo he relacionado con las relaciones sexuales dudosas. Qué mejor castigo para un personaje imprudente que unos preocupantes picores que comienzan al tercer día y no se sabe cómo terminarán...

Ciao.

Anónimo dijo...

Comienzan exactamente al tercer día?
Cómo sabés?
=D

JOHNNY INGLE dijo...

Te aseguro que no lo sé.
Es sólo un número cabalístico, tipo "al tercer día resucitó de entre los muertos",
"a la tercera va la vencida", "no hay dos sin tres", "donde comen dos comen tres", "empezamos a la de tres", "Tres ojos ven mejor que uno" "tres tristres tigres triscan trigo", "tenia trillizas y un tripartito", ¿lo entiendes?

Anónimo dijo...

Muy bien contado pero algo macabro, para mi gusto.

Carla de La lá dijo...

Uy qué masculino, querido Johnny!

Anónimo dijo...

Macabro, si. Tiene moraleja?
Todo depende del cristal con que se mire o loq ue en un momento dado puedo parecernos, la peor experiencia del mundo, segundos después se puede convertir en un golpe de suerte.

Anónimo dijo...

Lo entendí, pero me dio trabajo. Hay muchas "tr"... "Tr" es una combinación de letras que algunos iniciados usan como mantra para intoxicar la mente y que se eleve hasta la zona 6 del nivel 8 de la Séptima Dimensión.

Tené en cuenta que además tengo un nivel de maduración intelectual similar al de una criatura de tres años ("tr"es!, qué cosas...) Piedad!

nüSh... dijo...

lo curioso es que en asfixia no se trata para nada el tema de las abuelas... aunque sí el de las madres. Pero lo de la dignidad está muy presente durante todo el libro, y esa manera de narrar (un poco "asquerosilla", o gore, como le quieras llamar") tampoco es nada raro en la novela.

JOHNNY INGLE dijo...

Por supuesto, GEorge, tu alma sensible jamás toleraría estos desaguisados. No obstante, te recuerdo que en tu novela hay un rayo que penetra por la ventana del restaurante y muy a punto está de hacer de tu abuela pura chamusquina. ¡Eso también es macabro! Ya sé que el rayo atraviesa y sólo se carga a la desdichada lechera, pero, claro, como no es pariente tuya, ya no es tan macabro :)

Masculino... masculino... masculino: ¡no sé qué demonios habrás querido decir! Se me escapan esos matices.

Elvira: ¿Moraleja? Tal vez la misma que cuando una persona está dispuesta a derramar hasta la última gota de su sangre, si es por la patria o por la religión. Parece que esas muertes están justificadas por un sentimiento superior, o por mera estética (diría Falinda), pero desde un punto de vista mundano y biológico no dejan de ser muertes inútiles. Lo mismo la muerte de esta abuela: si es por el pico puntiaguado de un retromartillo hidráulico Volvo, con toda su majestuosidad, puede estar estéticamente justificada. Ironía, en suma. Como todo.

Ves, Nush, pues yo con las madres no me atrevería. En esto sería un poco menos masculino, según apreciación de Falinda.

Saludos y velen por sus abuelas mientras puedan.

Anónimo dijo...

No, no, eso no es de mi novela, es totalmente real.

Anónimo dijo...

Sencillamente, horroroso.

Hasta otra, Teo (el moreno)

Unknown dijo...

Pido permiso para un off-topic.

Un grupo de científicos británicos ha pedido permiso para cruzar células humanas con óvulos de vaca, con la intención de utilizar los embriones resultantes en investigaciones biológicas y farmacéuticas. Este tipo de investigaciones también se podría realizar utilizando exclusivamente células y óvulos humanos, pero se necesitan miles de embriones y los óvulos humanos para investigación son muy escasos, por lo que la única solución que han encontrado estos investigadores es la de utilizar óvulos de vaca como sustitutos.

Esta línea de unión reproductiva entre animales y hombres ha planteado serias dudas éticas a muchos expertos, que piensan que esta investigación socava la distinción entre humanos y animales, porque no está claro si esos embriones serían clasificados como humanos o animales.

Al leer esta noticia he recordado enseguida tu post de agosto (¿Alguien quiere hibridarse?) y me ha dado un escalofrío al pensar que aquello que tomábamos a guasa podía estar pasando realmente.

Johnny, ¿eres adivino?

JOHNNY INGLE dijo...

Sí, a mí esa noticia me llamón poderosísimamente la atención. Es el tipo de "chapuza" que me produce un placer esplendoroso. Como en ese otro experimento que consiste en hacer crecer una oreja humana injertada en el lomo de un ratón.

Yo soy tan adivino como Nostradamus, que según un documental que estuve viendo anoche sólo acertaba en el 5 por 100 de sus predicciones, que es un porcentaje mucho menor que el que podría atribuirse a la mera casualidad. O sea, una mierda de adivino. Sinceramente, prefiero ser divino. Y si no es posible ser divino, pues entonces catador de vino. Y si esto tampoco es posible, entonces NO quiero ser nada. Vaya, me ha salido un juego tonto de recorte de palabras.

a-divino
di-vino
vi-no.

La hibridación es un tema apasionante. Y la posibilidad de hibridarse con una vaca siempre me ha atraído. Yo envidio las vacas. La vida de vaca es fabulosa: Comer con mansedumbre yerba en una pradera y al atardecer echarse a rumiar placenteramente. ¿Os habéis fijado en los ojos bovinos de una vaca? Tan poco impresionables, la plenitud y la paz. Yo quisiera tener los ojos de una vaca, y en realidad todo de una vaca, y ser una vaca. Porque hoy me estoy muriendo de estrés y estoy seguro de que eso no pasaría si fuera vaca.

Para mí sería una buena noticie que me dijeran que no me mandaron a buscar a París, sino que aprovecharon el óvulo de la vaca: la misma de cuya leche y queso me alimenté, la que se tragó mi muñequito de plástico y la que me pisó un pie una vez que probé a sacar el estiércol...