01 noviembre 2007

Una muerte sanísima

La alimentación sana era la respuesta. Su padre había muerto prematuramente, justo el día de su cumpleaños, cincuenta y dos, la flor de la vida. Tenía el páncreas destrozado, musitó el médico como para quitarse la culpa de encima, y ella se imaginó los conservantes, estabilizantes, anabolizantes, todo lo que terminara en “ante”, sustancias-veneno que había creado la civilización. Su padre había sucumbido a los alimentos insanos, pero no le pasaría a ella, ni a su hijo.

A partir de entonces profesó la religión de los ortoréxicos. Al principio se demoró en los pasillos del supermercado, cada etiqueta era sometida a un severo análisis que ningún pote superaba finalmente. Pero algo había que comer, y aquello era una pérdida de tiempo. Sólo productos ecológicos, sólo el puesto aquél del mercadillo. Y lo cumplió a rajatabla. Durante veinte años alimentó a su familia, marido e hijo, con lo más natural. A veces las verduras no sabían a nada, y costaban cuatro veces más, pero se daba por compensada, puesto que lo que compraba era salud, vida, decía con una lágrima, no volverá a suceder , la muerte del padre le dio una enseñanza.

Cuando cumplió cincuenta y dos años lo celebró con un pastel de calabacín ecológico y una colorida ensalada de zanahoria con tomates enanos (los únicos naturales, pensaba). Y al dormir se sintió satisfecha porque su plan comenzaba a dar frutos: había superado la edad de su padre, envenenado por la civilización.

Al día siguiente se dirigió con su familia a una playa nudista que había no lejos de allí. Los tres en bicicleta, como debe ser, nada de humos. Iban silbando y apenas escucharon el silente motor de una Pick–Up tuneada que les adelantó sin precaverse. No fue necesario el contacto. Cayeron los tres zarandeados por el aire y se rompieron el cráneo en las piedras volcánicas, cuyo negro fue manchado por el gris del encéfalo. Hay que joderse, pensó Régula antes de abandonar su cuerpo tan puro, tan exento de sustancias, lo quería tanto, le había costado tan caro, que se le hacía cuesta arriba tener que abandonarlo.
Pero es la vida, le gritó un cabrón que pasó corriendo en una moto a velocidad hipersónica, las orejas temblando dentro del casco: llevaba la tripa a reventar de hamburguesas con vaca anabolizada, hormonaza, tomate estabilizado, coloreado, conservado. Y sin embargo ahí estaba, burlándose de la muerte con su cazadora de calavera…

14 comentarios:

Akroon dijo...

Sr. Ingle;

Lloro de felicidad, tengo el pecho henchido de orgullo, y experimento una especie de sentimiento parecido al alivio... A pesar de su ensimismamiento, ha posteado.

Le soy sincera: no lo he leído aún. La emoción de ver nuevo post no me ha permitido posar mi mirada sobre las letras con calma y atención... eso, y que mañana tengo que ir a buscar el DNI a la jodida comisaría. Tal vez después vaya al Carrefour a pagar con tarjeta, quién sabe.

Le doy mi palabra: mañana leeré su post. Ahora es tarde y debo levantarme pronto.

Sepa que esta noche dormiré a pierna suelta y sabiendo que el mundo y la especie humana aún pueden valer la pena... ha vencido Usted a su ensimismamiento...

Guardo el látigo (hasta nuevo aviso) y le traigo unos tulipanes naranjas en señal de agradecimiento.

nüSh... dijo...

Cruel y retorcido me parece su relato... aunque me ha hecho recordar a mi tía Concha, ¿la recuerda?
Si no es así, un refresquito

http://caramelosdealgodon.blogspot.com/2007/04/vsteme-despacio-que-tengo-prisa.html

Pues bien. A la mujer-de-las-dos-cajetillas "se la llevó el Señor" tal y como ella llevaba años deseando.
Se murió de vieja, consumida por el paso de los años y no por el alquitrán, la nicotina y los otros 3.998 compuestos del humo.

Como proyecto de médico le digo: viva la vida, que son dos días.


Besos.
Sea feliz, señor Ingle

el_Vania dijo...

Joer, qué injusta es la vida a veces... puede tirarte todo tu plan, trazado con maestría durante tantísimo tiempo... de una sola patada.
Digamos que siempre reconforta saber que la vida pone a cada cual en su sitio, pero esto no es siempre así... y este relato me lo ha recordado.
En fin... c'est la vie! Cruel y despiadada, pero hermosa de algún modo.

Salud/OS!

MILA dijo...

Encantada con tu visita. Te pregunté si eras canario, pero ya no hace falta que respondas. No podía ser de otra manera.
Salud...os

Anónimo dijo...

Estimado, con lo que me obsesiono... ortorexica, lo que me faltaba.

Besos de Greta,
P.D.Sabes que me gustó.

Akroon dijo...

Bien, ahora sí, leído está, de cabo a rabo, prestando la atención que se merece y que no es poca.

La vida tiene una ironía implícita y un ácido sentido del humor difícil de comprender en ocasiones (si es que hay que comprenderlos, que esta es otra).

En realidad, todo es bastante relativo, y de nada vale obsesionarse... total, ¿para qué? Mejor preocuparse por intentar disfrutar el día a día, porque tal vez mañana se apague la luz y nos quedemos a oscuras.

Equilibrio, querido, equilibrio... diría que ésa es una de las directrices para acercarse a un estado de calma parecido a lo que debe ser la felicidad.

De todos modos, sepa que la velocidad hipersónica y las orejas temblorosas intracascales me han llegado al alma (reverencias varias)... he obviado al conductor del vehículo, porque nada tiene que ver.

Sr. Ingle, hay que vivir el momento, preocuparse de no quemar nuestro tiempo demasiado rápido, pero no obsesionarse con perpetuarlo... cualquier día, a uno le cae una maceta en la cabeza y se apaga la luz.

JOHNNY INGLE dijo...

Sra. Akroon, si se apaga la luz luego de caerle a uno la maceta, me quedo tranquilo, porque el planeta queda a salvo. En cambio, si la luz continuara encendida a pesar de uno haber muerto, ¡a dónde iba a parar el calentamiento global con tamaño despilfarro energético?

(por cierto, yo no creo en el calentamiento global, sólo se calentan algunas partes: ¿alguien se han sentido calentado alguna vez por la zona de los codos? Noooooo!!!!

No sé si equilibrio y calma es igual a felicidad. Si me lo pregunta hoy mismo, le respondería rotundo que la felicidad consiste en pintar por la mañana la barandilla de la escalera y por la tarde abrigarse confortablemente en la cama para descansar el cuerpo dolorido, sabiendo que la tarea está hecha o a punto de concluir...

Sra. Mila: ¿deduzco que está usted convencida de que la raza canaria tiene un rasgo distintivo? ¿Se refiere al aplatanamiento?

Yo últimamente me encuentro ensimismado y perezoso, y me las veo y deseo para postear. Este relato, por ejemplo, lo escribí hace un año (jiji).

Sra. Nush: su tía es que se daba unos fenomenales atracones de centollo. Pues sí que había leído el post de su tía, pero... ¿me creerá si le confieso que no me acordaba lo más mínimo y ni siquiera reconocía las palabras que, a modo de comentario, le escribí?
Ahora que lo pienso me da vértigo. Dentro de cincuenta años quedarán acaso miles de comentarios firmados por mí en Internet, y los leeré como si los hubiese escrito un extraño.
Sí, sí, cincuenta años más pienso vivir, puesto que no fumo ni dos cajetillas ni una ni ninguna... Salud salud.

MILA dijo...

¡Ay, Dios mío! Otra obsesión más en mi maltrecha cabeza no, por favor ¿Y ahora qué como?
Sr. Ingle se me ha escapado una lágrima de emoción sobre el teclado cuando he descubierto que me define como espíritu afín. La inocencia, que es muy bonita y la ignorancia muy atrevida.
Salud, comida mediterránea y/o japonesa y 0 accidentes estúpidos

Inés Perada dijo...

A nuestra provecta edad,señor Ingle ( ya que la mayoría de sus comentaristas son más jovenzanos) sabemos que todo esfuerzo es inútil...la vida llega hasta el día que decide la energía irse para otro lado.

Salud ( es lo único que deseo hace ya algún tiempo, precisamente porque es lo único que nos mantiene con vida).

MILA dijo...

A su pregunta sobre la característica del consabido aplatanamiento que nos achacan otros entes, le contesto en mi página, esta vez con un post dedicado a usted.
Es que me siento en deuda.

D A V I D dijo...

Sr. Johnny,

La vida es asín.

Mi abuelo paterno, en paz descanse, conocido como Hierrini, falleció a tardía edad. Tenía casi todos los vicios y siempre recordaba a un primo cuyo nombre acababa en ...ín, puede que fuese Andresín, que era ejemplo de vida sana y murió sano pero joven.

Uno de los programas favoritos del Hierrini era Espinete.

El cuerpo importa pero el alma más.

Anónimo dijo...

Reconozco que eso de la vida sana no se hizo para mí. Durante 28 años fumé todo lo que quise y más. Ahora he reducido, pero sin dejarlo del todo. Deporte no he hecho en mi vida, y no pienso hacer jamás. Como lo que me apetece, aunque no soy de grandes cantidades. En fin, como la gente normal. Por eso supongo que, a menos que me mate en un accidente de tráfico (algo ciertamente probable, porque al trabajar en una ciudad diferente a la que vivo tengo que salir a carretera todos los días), viviré lo normal, entre los 75 y los 80 ¿no?

Y la verdad es que no aspiro a otra cosa.

George Hazard dijo...

Hombre, está claro que los insanos tenemos más boletos para que nos pase algo prematuramente, pero al final la vida es tan irónica...
Una de mis tías es ortoréxica perdida, y siempre padece toda clase de males.
Aunque...
¿Mujer enferma, mujer eterna?

chuliMa dijo...

juer, me habia perdido este post...uffff.
Como es la vida oju, oju como es la vida.

Saludos